«Mi mamá me mima» es como un cuaderno de cuadernos. ¿Por qué ahora, en este momento?

Cuando la gente veía uno de nuestros cuadernos notaba su emoción y nostalgia. Ya teníamos un proyecto para hacer algo que fuera como un viaje a esa nostalgia. Nadie se queda impasible ante los cuadernos Rubio. Muchos me dicen «cómo me fastidiaron los veranos» [risas]. Sobre todo es curioso que siempre han gustado más a las chicas que a los chicos. En definitiva, este libro es como recordar esas tardes de pan con chocolate.

Noto, como dice, mucha nostalgia.

Sí, hay mucha nostalgia en el libro. También es una forma de narrar los principios de Rubio desde sus inicios. Contamos ese proceso de transformación. Hasta las frases que utilizamos en nuestros cuadernos de ayer y de hoy han ido cambiando con el tiempo.

¿Queda algo de esos cuadernos originarios creados por su padre?

Queda principalmente el método, que sí ha perdurado en el tiempo. Mi padre era profesor de contabilidad y tenía la virtud de hacer fácil lo difícil. Como digo, hemos cambiado el estilo y frases. Por ejemplo, en los cuadernos de antes había expresiones como «la bota de vino». Hoy no podríamos mencionar el alcohol en una publicación destinada a los niños.

Hoy los niños llegan con una tableta y móvil debajo del brazo. En su opinión, ¿corren malos, malísimos tiempos para la caligrafía?

La caligrafía es indispensable para la motricidad, es necesaria para el correcto desarrollo del cerebro.

Pero las nuevas tecnología le están ganando terreno. ¿Llegará el día en que los niños no sepan coger un lápiz?

Es cierto que las nuevas tecnologías han hecho mucho daño a la caligrafía y ortografía. Sin embargo, está demostrado que cuando se escribe se activan varias partes del cerebro.

Por no hablar del encanto de una buena caligrafía, que es siempre algo de lo más estético y primoroso a la vista.

Así es. La escritura es como una tarjeta de presentación. Antes se escribía mucho con pluma y esta caligrafía se ha perdido con el tiempo. Además, ya no escribimos apenas cartas.

¿Hacía usted los cuadernillos Rubio?

Solo los que me gustaban [risas]. Sí recuerdo que mi padre nos ponía ejercicios para ver quién contestaba antes.

¿Qué diría su padre hoy, en estos años, sobre Cuadernos Rubio?

Él era muy tradicional, así que primero me echaría la bronca y después me felicitaría por el trabajo.

Parece que en estos momentos vivimos un boom de nostalgia por tiempos pretéritos, con el éxito, por ejemplo, de los libros Yo fui a EGB...

Sí. Si hace 15 años veías algo antiguo decías que estaba pasado de moda; y ahora, nos encanta porque nos evoca a nuestros tiempos. De ahí la verdadera razón de este libro. Es un viaje a lo que los lectores vivieron en su niñez.