¿Cómo está?

En un momento fantástico, de stop después de doce años frenéticos; en paz, con la cabeza despejada, esperando con tranquilidad, poniendo orden en mi vida y recuperando el tiempo perdido con mi familia y conmigo.

¿Cuánta pausa se va a dar?

Me apetece un año sabático, pero soy muy inquieto y siempre pienso en la profesión. Tengo ideas, me llegan proyectos, pero soy reacio a coger cualquier cosa porque puedo elegir.

¿Será algo más tranquilo?

Si acepto algo debe ser muy distinto, permitirme una vida ordenada, divertirme del primer al último minuto, sin el estrés tremendo ni la responsabilidad de lo que he hecho hasta ahora, que me hacía volver a casa con dolor de estómago. Al terminar la temporada me ponía malo.

¿Ya no se divertía?

A los pilotos les gusta la Fórmula 1 cuando suben al coche y salen a la pista. Como a ellos, me divertía la adrenalina del directo y las dos horas de narración de la carrera. El resto eran aviones, tensiones, luchas internas con las televisiones en las que trabajé, la responsabilidad de inventar cosas, la audiencia, los presupuestos, los números para llegar a final de temporada...

¿Luchas internas?

Con los equipos de Fórmula 1, con los pilotos, con Bernie Ecclestone, que tiene los derechos. Al principio era más difícil porque era todo nuevo, pero también era más joven.

¿Los pilotos dejan hacer?

Era difícil Schumacher y lo es Raikkonen, pero en general prefieren hacer cosas nuevas. Son los equipos los que tienen miedo. Ferrari teme que hagas algo frívolo con un corredor y que no guste al consejero delegado o moleste a un patrocinador. En 2015 McLaren y Toro Rosso sólo dieron facilidades.

¿Cómo ha sido su relación con Fernando Alonso?

De lo mejor que me llevo es haber conocido a personas como Fernando, Carlos Sainz, Pedro de la Rosa, Marc Gené, en una relación profesional de las que nos hemos beneficiado mutuamente. La palabra amigo es complicada, pero con Fernando he tenido relación de amistad y encajar así no es sencillo.

No es fácil lograr la confianza de Alonso.

Pedro de la Rosa dice "los asturianos sois muy huraños", y yo se lo niego, sólo es que Fernando y yo somos introvertidos. A Fernando le cuesta abrirse a la gente y quizá por eso encajamos. Confió en mí para cosas personales.

Usted pasaba unos 160 días al año fuera de casa. Está casado con Carmen, una periodista a la que conoció en la facultad. Se casaron en 1995. Su hija Alba tiene 16 años...

Me la he perdido y ahora que me gustaría compartir cosas con ella ya es una adolescente. De pequeña me decía: «Papá, tengo actuación en el colegio, vamos a ver tu agenda». Miraba la aplicación del calendario en el móvil, con ella pegada, y le contestaba: «No puedo, hija, estoy en Inglaterra». Cuando me decía «Ah, vale, como siempre» era un golpe en la boca del estómago.

¿Antes de narrar sabía algo de Fórmula 1, entonces tan popular como el hockey?

Me gustaba, como las motos y otros deportes, pero sabía lo básico. Cuando Tele 5 compró los derechos yo era el jefe de deportes de informativos. Mi jefe me dijo que presentara un plan ajustado a presupuesto.

¿Qué propuso?

Yo iba a ser el director y necesitaba un narrador, un presentador, un comentarista y un equipo técnico. El jefe me dijo que presentara yo. Pedimos cintas a narradores, pero en 2004 ni había muchos y ni le gustaban. A punto de expirar el plazo, el jefe me llamó al despacho, me dijo que ya tenía narrador, me puso un vídeo de ciclismo y el narrador era yo en el Giro de Italia de 1995.

¿Qué le dijo?

«No, no, no». Y el contestó: «Sí, sí, sí». Así fui director, presentador y narrador de Fórmula 1. Un día, al salir de la televisión el corazón se aceleró y me golpeó el pecho, me costaba respirar, me temblaban las piernas, no me sujetaban, no sabía qué me pasaba. Un ataque de estrés. Fue muy duro, pero también una gran oportunidad. Venía de una época de mucha frustración porque en Tele 5 apenas dejaban tiempo al deporte.

Los 50 no son los 40.

Me siento casi más joven que a los 40, físicamente estoy muy fuerte y tengo mucha información, experiencia, estoy muy vivido. Tengo mucho detrás y mi cabeza es joven. Estoy aprendiendo a tocar la guitarra.

¿Y eso?

Era una asignatura pendiente. A los 5 años, en el colegio de los Dominicos, me apuntaron a clases de guitarra pero no me llegaban los dedos y me pasaron a judo. Soy cinturón marrón. Aparqué la guitarra hasta que empezó mi hija a tocarla. Se la cogía e iba aprendiendo en internet. Compré una guitarra silenciosa, la llevaba a los circuitos y después de cenar y de hablar con casa por Skype tocaba. Me faltaba la base que estoy cogiendo con un profesor. Tengo guitarra española, acústica y eléctrica. En las fiestas del pueblo donde vivo toqué dos canciones con un grupo. ¡Temblad, Rolling Stones!