Hace medio siglo el vaporoso vestido de Marilyn Monroe de la película La tentación vive arriba (Billy Wilder, 1955) agitado por un respiradero del metro de Nueva York protagonizaba una de las secuencias destinadas a convertirse en uno de los hitos de la iconografía del siglo XX. Como señala el director de cine mexicano Armando Casas en el libro El papel de la falda (Universidad Nacional Autónoma de México) a propósito de esta conocida secuencia, muchas de estas imágenes icónicas «acabarán transformándose en imágenes representativas de un modelo cultural de impacto mundial».

De faldas, iconos y otros enfoques trata el ensayo El papel de la falda coordinado por la investigadora y docente de la Escola d´Art i Superior de Disseny de València, Nieves Torralba, en el que se reflexiona, entre otros temas, sobre esa poderosa alianza tejida entre moda, erotismo y pantalla que recorre la historia del cine y de la propia sociedad a modo de vasos comunicantes a lo largo del pasado siglo XX. La monografía tiene su origen en un proyecto de investigación, Faldas de papel, de los estudiantes de Diseño Moda de la Escola d´Art i Superior de Disseny de València dirigido por Torralba y que se desarrolló entre los cursos académicos 2011 y 2013. Esta experiencia didáctica, el diseño de una falda por parte de los alumnos de la asignatura de Proyectos, acabaría sirviendo de base para un trabajo mucho más ambicioso: La realización de una propuesta ensayística abierta a diferentes puntos de vista con la falda como eje temático. Como señala la coordinadora en la presentación a propósito del germen editorial «invirtiendo el título original del proyecto que habíamos sugerido (Faldas de papel) y con un pequeño juego de palabras surgió El papel de la falda». La colaboración finalmente de la prestigiosa Universidad Nacional Autónoma de México y el departamento de publicaciones de dicha institución acabarían de ser determinantes para la realización del proyecto.

El libro recoge ocho ensayos, escritos a medio camino entre Valencia y México, donde se aborda desde una mirada plural e interdisciplinaria el estudio de esta parte de la indumentaria que ha abanderado la imagen de independencia y libertad de la mujer en la segunda mitad del siglo XX. En su estudio introductorio, Nieves Torralba realiza un recorrido histórico sobre el origen de la pieza, sus cambios y transformaciones hasta llegar a la década de los sesenta del siglo XX y la aparición de la minifalda que señala «un antes y un después» en palabras de la autora; una revolución social y estética en paralelo a la asunción de un elemento totémico del vestuario masculino, los pantalones, por parte de la mujer. Esta «incautación», que había ido ganando cotas en el guardarropa femenino desde los años 30 gracias al cine y modelos cinematográficos como Marlene Dietrich y Greta Garbo, acabará desembocando de una manera generalizada en los años 60 con la popularización de los pantalones vaqueros como prenda juvenil unisex del vestuario femenino y masculino.

No será esta la única conquista por parte de la mujer del guardarropa masculino; el lanzamiento del célebre Le Smoking de Yves Saint-Laurent, el traje masculino en versión femenina, marcará otro hito en la redefinición de la silueta femenina que proseguirán diseñadores como Giorgio Armani o un Hedi Slimane más recientemente. Como señala Claudia de la Garza en uno de los ensayos -Relatos desde la falda. Moda y disidencia en las prácticas artísticas- que componen el libro, «subyacente a la fiebre de los pantalones de aquella época podía encontrarse un rechazo ante la falda como símbolo de la dominación masculina». Para la historiadora de arte mexicana «resulta casi imposible escapar de la asociación entre falda y feminidad en nuestras culturas». Una pieza, la falda, que según De la Garza se ha constituido en el imaginario occidental como «la prenda femenina por excelencia, poseedora de la importante función moral de cubrir y ocultar las piernas y formas corporales de sus usuarias al tiempo que, por su estructura abierta, ha sido asociada con una posición de accesibilidad sexual».

En esta imagen transgresora de la falda señala Claudia de la Garza la figura del polifacético artista brasileño Flavo de Carvalho, arquitecto, diseñador, escritor y hombre de vanguardia que a mitad de los años 50 apareció por los calles de la ciudad de Sao Paulo vistiendo un conjunto diseñado por él compuesto de camisa y falda -«Traje de verano para el nuevo hombre de los trópicos»- que se adelantaba una década a la irrupción de la minifalda de Mary Quant. El gesto de Carvalho más cerca de la performance que del salón de moda pasará a formar parte del catálogo de invenciones extravagantes del siglo XX. Habrá que esperar a la llegada de una nueva generación de diseñadores, a finales de los años 70, estimulados por la cultura punk como Jean-Paul Gaultier para que la falda en versión masculina vuelva a cobrar protagonismo como imagen heterodoxa. La aparición del rapero Kanye West en un concierto vistiendo una falda de cuero de Givenchy rompía con algunos de los clichés de la iconografía de este género musical, distinguido por sus contenidos machistas y actitudes homófobas.

El estudio sobre la falda y su proyección social y artística se completa con otros trabajos que abordan diferentes focos de atención: Las relaciones entre moda y tecnología (Falda y tecnología de José Martínez Escutia) sobre el uso de nuevos materiales, los denominados materiales inteligentes y la aparición de componentes ecológicos y sostenibles€ La falda en la tecnología Knitting de Inmaculada Pascual donde se analiza la tendencia Knitting, una práctica, el punto tejido a mano, asociada a la aparición del llamado movimiento Slow Fashion -moda sostenible frente a moda desechable- que ha acabado invadiendo las colecciones de las pasarelas en estos últimos años€ Bajo las faldas, un ensayo desde una mirada literaria de la escritora y periodista mejicana Monica Lavín y, finalmente, Faldas de papel (Nieves Torralba) el punto de arranque del proyecto editorial.

*Carles Gómez es historiador del diseño y periodista