En el juego de la seducción son muchos los factores que entran en juego y meter la pata es algo extremadamente fácil. Aunque en el amor no existen las reglas, cuando estamos conociendo a alguien y queremos seducirlo no es bueno mostrar todas las cartas a la primera. Tampoco hacer un examen psicotécnico a la futura conquista, ni querer mostrar una imagen de postureo que nada tiene que ver con uno mismo.

Dar demasiada información

Está claro que en un primer encuentro con alguien que nos gusta los silencios se hacen incómodos y, a veces, para evitar esos momentos tendemos a relatar minuciosamente detalles sin importancia de nuestras vidas. Una cosa es tener un tema de conversación y la otra es monopolizar el diálogo con puntualizaciones que nadie nos ha pedido.

Sé espontáneo, escucha, pregunta, lee. El deporte, el cine, la música, la televisión, las mascotas... alguno de estos temas enganchará la atención del otro.

Dar una imagen distorsionada

Vivimos en una sociedad hipersexualizada. Todos tenemos que ser buenos amantes y querer sexo a todas horas, y en cualquier sitio. Muchas veces, tener una actitud de 'femme fatale' o de dandy trasnochado, echa para atrás a nuestra conquista sobre todo si no va con uno mismo, si no surge de una forma natural. Para seducir no hace falta convertirse en una estrella del porno, simplemente dejar volar la imaginación.

Sentirse como un patito feo

Foto: Getty Images

Si los únicos que ligaran en este mundo fueran los supermodelos, la humanidad se extinguiría. Más allá de nuestro atractivo físico existen un sinfín de cualidades que atraen y gustan a otras personas: la inteligencia, el humor, la amabilidad, el misterio... Lo importante es cómo nos sentimos y lo que irradiamos. Si pensamos que no podemos gustar a nadie porque no somos lo bastante, guapos, altos o delgados probablemente emanaremos esa sensación de disgusto. Sin embargo, cuando aceptamos lo que tenemos y nos gusta cómo somos proyectamos una imagen atractiva al exterior.

Decir a todo que sí

Seamos francos, las cosas que son demasiado fáciles no nos gustan. O si nos gustan, rápidamente se evapora ese enamoramiento. No se trata de poner trabas a ninguna relación pero tampoco hay que decir "sí" a todo lo que el otro quiera hacer o pedir permiso para hacer cosas: "¿Qué prefieres cine o cena?"... Toma un poco la iniciativa y no tengas miedo en disentir si algo no va contigo porque en la variedad está la atracción, porque los polos opuestos se atraen, porque un poco de rivalidad aumenta el morbo.

Hablar de las relaciones anteriores

Los 'ex' suelen dejarnos una huella en el corazón pero este no es motivo para que monopolicemos una conversación hablando de cómo fue la ruptura, de los motivos de la separación, de lo que solíais hacer juntos, de cómo os divertíais o os enfadabais... Dejar a los fantasmas de los 'ex' enterrados en el pasado es lo mejor que puedes hacer si quieres seducir a alguien.

No ser detallista

Foto: Getty Images

En el arte de la conquista hay cosas que permanecen inmutables con el paso del tiempo. Ya nadie abre la puerta del coche a su ligue o le acerca la silla a la mesa, ni tampoco hace falta. Pero existen todo tipo de detalles que hay que seguir cuidando: mensajes inesperados de madrugada o de buena mañana, quedarse con el nombre de su película favorita e invitarle a una sesión íntima de cine... Estos detalles acercan a las personas.

Mostrarse celoso o posesivo

El hecho de estar conociendo a alguien o estar saliendo con él no nos da derecho a pensar que nos pertenece. Por lo tanto, cualquier actitud que demuestre celos o posesión respecto a esta persona con su entorno es equivocada. La gente libre y adulta elige con quién quiere estar y es mucho más satisfactorio saber que alguien está a tu lado porque lo desea no porque se siente atado.

Usar las frases típicas y gastadas de siempre

"¿Estudias o trabajas?", "¿Vienes mucho por aquí?", "Eres la más guapa de la discoteca", "Eres perfecto"... todas estas frases suenan a manual y a aburrimiento. La originalidad sigue estando en alza, intenta captar su atención con una frase con más gancho y menos gastada.

Si los piropos graciosos no son lo tuyo busca otro tipo de acercamiento para romper el hielo: las preguntas indirectas ocultan un interés sexual o romántico. Puede ser algo tan sencillo como preguntar la hora, una dirección o la opinión sobre un tema.