¿Por qué nace y cuál es la línea editorial de Philostrato. Revista de Historia y Arte?

La revista nace para dar soporte a todas las novedades de ámbito académico que se llevan a cabo dentro de la Historia y de la Historia del Arte, y sobre todo a aquellas vinculadas a las manifestaciones artísticas que se producen en la Edad Moderna (siglos XV-XVIII), con especial hincapié en aquellas que se han desarrollado durante el periodo de hegemonía de los Habsburgo y las relaciones entre España y el resto de Europa. En el Instituto Moll, institución que impulsa esta publicación, nos dimos cuenta de que hay un colapso en las revistas tradicionales de Historia del Arte porque hay muchos artículos en espera, y no hay un dinamismo en la interrelación y en compartir las nuevas investigaciones que se están haciendo.

Habla usted de colapso de las revistas tradicionales. ¿Por qué?

Todo profesor o estudioso que quiera acceder al ámbito universitario español requiere una calificación aprobada por una agencia de calificación como la ANECA. Estas oficinas buscan estas acreditaciones valorando qué tipo de artículos o cuál es la aportación en función al tipo de revista en las que publica. Hay cuatro estándares de revista y claro, todo el mundo quiere publicar en los dos primeros, lo que hace que las revistas de estos dos grupos estén colapsadas porque hay mucha gente que necesita publicar para poder optar a un trabajo en la universidad. Esta situación lo que hace es frenar el dinamismo propio de la investigación. Investigadores que tienen un hallazgo importante a lo mejor tardan un año y medio o dos años en el mejor de los casos en sacarlo a la luz. Es un sistema que debe ser revisado porque está haciendo un cuello de embudo, provocando que las investigaciones se paralicen. Tiene que haber mayor fluidez para que un investigador que está trabajando en un tema similar al tuyo tenga conocimiento de tus aportaciones y no que dos años después llegue a la misma conclusión que tú pero que no publicaste.

¿Por qué deciden circunscribirla a la Edad Moderna?

Hemos elegido el momento en que Europa cambia de la Edad Media al Renacimiento, un momento en que se vuelve a recuperar todo el conocimiento clásico. No es que en la Edad Media no lo hubiera, sino que en ese momento es su máximo apogeo. Comienza en Italia con los grandes maestros y luego se extiende por toda Europa. Partimos de ese momento hasta el siglo XVIII porque es lo que está establecido como Edad Moderna, que es también el ámbito de trabajo del Instituto Moll. Estos siglos de esplendor, de interrelación entre países y escuelas artísticas, el despliegue hacia Latinoamérica y cómo ese arte del nuevo mundo es asimilado por Europa es lo que nos gustaría que se viese en esta revista.

Y en este despliegue nuestro país juega un papel fundamental.

Sin duda. Nos interesa precisamente partir del siglo XV porque es el momento en que Flandes pasa a ser una provincia del reino de Castilla y en el que con Colón llega a América. Hay una interrelación, un nexo de unión entre todos que nosotros queremos estudiar en mayor profundidad.

Usted es especialista en pintura flamenca. ¿Cuándo descubrió que se dedicaría a esta escuela?

Yo empecé trabajando el retablo del siglo XVII-XVIII en el arciprestazgo de Monforte de Lemos. Cuando en 2000 vine al Museo del Prado con una beca me asignaron al departamento de pintura flamenca y holandesa y el conservador jefe en aquel momento, Matías Díaz Padrón, me propuso hacer mi tesis sobre pintura flamenca. Al principio me dio vértigo, pero luego me lo tomé como un reto y desde entonces me he dedicado de lleno y no me arrepiento. He descubierto otro mundo sobre la pintura flamenca en España, que no está todo lo trabajada que se pensaba. Creo que todas las profesiones tienen que ser por vocación, pero la de investigador del arte más porque puedes pasar semanas rebuscando en bibliotecas y archivos rebuscando entre papeles. Yo digo que somos como detectives del arte, intentando hacer que las piezas encajen. Y este empeño puede ser muy frustrante, pero también es muy satisfactorio cuando ves que todo encaja.

Una publicación online no está sujeta a la tiranía del espacio físico. ¿La revista se ha marcado un máximo de artículos por número?

Nos interesa más la calidad y la aportación de los artículos que el número de estos. Intentaremos, de todos modos, tener un equilibrio, pero sí es cierto que entendemos que lo que permite la publicación online es esta amplitud y que haya artículos de diversa variedad y de gran impacto académico que puedan ser publicados, sin que tengan que esperar al año siguiente por falta de espacio, que es lo que provoca el colapso que se está viendo dentro de nuestras áreas de trabajo.

También permite un alcance geográfico mucho mayor.

Internet nos está facilitando mucho la difusión. Ahora hay plataformas digitales como academia.edu donde los especialistas colgamos nuestros trabajos y es tan dinámico y tan inmediato que en el mismo momento que está saliendo una publicación puedes comentarla dentro de tu ámbito. Ahí sí que está cambiando mucho y las agencias de calificación van a tener que dar otro giro y valorar estas plataformas también.

Dice que las profesiones tienen que ser vocacionales. ¿Cuándo descubrió la suya?

Yo estudié en el instituto Santa Irene de Vigo y si hice Historia del Arte es por culpa de una profesora de arte del instituto. Doña Manolita se llamaba. Ella y una profesora de Literatura Española fueron dos de los mejores profesores que he tenido, con una pasión increíble por la enseñanza y con una gran riqueza.