Las entrevistas de trabajo son uno de los procesos a los que se enfrentan muchas personas en su vida. Los nervios son uno de los elementos a dominar en ellas. Existen muchas maneras de plantearlas, pero probablemente ninguna con un modelo tan original como el que desarrolló el inventor Thomas Edison.

El genio británico tenía un método que él creía infalible para detectar el talento. Y se basaba en la sopa. Cuando Edison entrevista a un nuevo empleado, le invitaba a comer un plato de sopa. A partir de aquí es cuando entran en juego las particulares coordenadas de Edison. Si la persona echaba sal a su plato, Edison tenía claro que no iba a ofrecerle el puesto de trabajo.

¿Los motivos? Que el inventor creía, en resumidas cuentas, que la persona se dejaba llevar por métodos convencionales, puesto que lo ordinario es añadir sal, y que no tenía cualidades necesarias para ser un trabajador creativo e innovador.

Además, otra de las mecánicas que Edison proponía para discernir el talento consistía en un cuestionario de nada menos que 146 preguntas, muchas de ellas sobre cuestiones de geografía y ciencia, pero también sobre gustos y habilidades personales.

El cuestionario saltó a la prensa en 1921, cuando lo publicó el diario 'The New York Times', y rápidamente se convirtió en uno de los temas de moda en una época en la Estados Unidos asentaba los pilares del capitalismo mundial y ya se planteaba captar talento y formarlo en base a criterios como el emprendimiento y el riesgo empresarial.

Por eso, algunas de las preguntas del test de Edison pueden sorprender hoy en día, pero no dejan de constituir un interesante enfoque sobre la importancia de un enfoque integral de la educación que permita disponer de un conocimiento de diversas áreas.

La noticia publicada en ´The New York Times´ aquel 11 de mayo de 1921 recoge la "indignación" de algunas de las personas a las que Edison planteó este cuestionario, ya que, según indicaban, era necesario ser una "enciclopedia andante" para responder con éxito a todas.