En España en los últimos años está creciendo el consumo de anabolizantes entre los jóvenes con fines estéticos, según explicó hoy a Europa Press el secretario general de la Federación Española de Medicina del Deporte (FEMEDE), el doctor Pedro Manonelles, aunque advirtió que este "fenómeno" no alcanza el nivel de Estados Unidos, donde más del 30 por ciento de los adolescentes abusan de esta sustancia.

"El objetivo de tomar anabolizantes es simplemente transformar el cuerpo", por tanto la vertiente estética "es la más importante y donde más se consume"; por el contrario los deportistas no abusan tanto como se cree de esta sustancia, ya que "es fácil de detectar", sobre todo en competición, donde existe un gran número de controles antidopaje.

A su juicio, el alijo incautado hoy por la Policía Nacional en Estepona (Málaga) de 200.000 pastillas de anabolizantes y otras sustancias prohibidas, que se ha saldado con la detección de cuatro personas, tiene "claramente" como destino el mercado estético, ya que "introducir tal cantidad de anabolizantes sólo entre deportistas es muy complicado". Asimismo, señaló que la cantidad retenida "significa que existe un consumo elevado en España".

En cuanto al aumento del consumo de estas sustancias o otras potencialmente peligrosas y prohibidas para los deportistas, teniendo en cuenta los últimos datos publicados de la Agencia Mundial Antidopaje, afirmó que "el número de positivos en los últimos años se mantiene estable, lo que significa que no ha crecido el consumo de sustancias dopantes".

No obstante, el experto recordó que esta información podría ser "parcial" si se tiene en cuenta que "el dopaje por su propia naturaleza es algo absolutamente clandestino". Este es también el motivo por el cual no existen datos claros sobre su consumo por edades o países, aunque sí se sabe que "su consumo es un problema de los países desarrollados" y que, precisamente, "existe mucho tráfico ilegal procedente tanto de países europeos, como de Canadá o Estados Unidos".

Escaso uso clínico

Los anabolizantes aparecen con la I Guerra Mundial y su uso inicial fue militar. "Los médicos se plantearon la manera de recuperar la masa muscular, de una manera rápida y efectiva, de miles de soldados que estuvieron en campos de concentración y que sufrieron por desnutrición perdidas de masa muscular", explicó Manonelles.

Actualmente, su uso clínico es muy escaso, "se ha restringido para algunos pacientes que por enfermedad avanzada o terminal sufren perdidas de masa muscular muy importantes"; en gran medida se debe al riesgo que tiene su consumo sobre la salud.

Los efectos que buscan los deportistas son el aumento de la fuerza y de la masa muscular, pero para ello son necesarias dosis adecuadamente altas, "casi tóxicas". Este resultado puede conseguirse no sólo con el abuso de anabolizantes, también con el de esteroides, eritropoyetina o, "como se ve cada vez más", con la hormona del crecimiento.

Esta última, según explicó Manonelles, "tiene la ventaja para el dopaje de que todavía es indetectable", por este motivo, desde la federación, se sospecha que se ha multiplicado su consumo y su distribución, tanto en el mercado clandestino y como en el 'oficial'.

En el caso de estas sustancias sus efectos secundarios son muy "notables", aunque "lo más preocupante" es que "también son bastante bien conocidos" por la población. En los últimos años, se han realizado diversos estudios internacionales que muestran que, en el caso de los anabolizantes, "la población tiene un conocimiento importante de sus efectos y está dispuesta a asumirlos".

Graves efectos secundarios

Entre otros riesgos sus consumidores puede sufrir problemas hepáticos, transaminasas altas, ictericia, alteraciones en el metabolismo, se incrementa el riesgo cardiovascular, aparece acné y alopecia y reduce la función reproductiva.

En hombres disminuye la líbido, el número, tamaño, y función de los espermatozoides; y aumenta el riesgo de presentar lesiones músculo tendinosas. Por su parte, la mujer se viriliza: cambia el tono de voz, aparece una nuez prominente, las caderas se estrechan, atrofian las mamas y el clítoris, se altera la función reproductiva, aparece amenorrea y puede aparecer infertilidad.

Además, hay que tener en cuenta que, aunque no son considerados una droga al "no tener efectos sobre el sistema nervioso central", los anabolizantes producen dependencia. Así, "tiene un cuadro muy parecido al síndrome de abstinencia, por el cual la persona que trata de dejar su consumo sufre malestar y necesidad de volver a consumir", añadió.