La sociedad búlgara está conmocionada ante la escalada de violencia de los grupos criminales dedicados a los secuestros, que han adquirido la costumbre de causar graves lesiones a sus víctimas para forzar el pago de rescates. Ese ha sido el caso del ejecutivo Ángel Bonchev, presidente del club de fútbol Litex, ganador de la Copa búlgara, tras 52 días de cautiverio, y el posterior secuestro de su esposa.

Bonchev fue encontrado el pasado viernes en un suburbio de Sofía en estado crítico, desnudo, con señales de haber sido torturado, con dos dedos de la mano izquierda cercenados y narcotizado con un potente cóctel de drogas formado por heroína, cocaína y otras sustancias sintéticas.

"El estado de Bonchev comprueba que ha sido víctima de un tratamiento inhumano", comentó el fiscal de Sofía, Nikolay Kokinov. Según revelaron fuentes de la investigación, Bonchev fue arrojado de un coche después de que su esposa, Kamelia, hubiera pagado un rescate de entre 200.000 y 390.000 euros.

Pese a ello, la mujer fue secuestrada en el momento de la entrega del dinero porque uno de los policías que la acompañaba fue identificado por los captores, según informó ayer la prensa búlgara. El hecho de que su secuestro se deba al fracaso de una operación policial, sobre la que el ministro del Interior, Mihail Mikov, no quiso ayer hacer comentarios, ha impulsado un gran operativo para tratar de localizarla.

También demuestra el grado de equipamiento del crimen organizado: en el momento de capturar a Kamelia Boncheva, los delincuentes con pasamontañas inhibieron la señal de los teléfonos móviles y la radio de la policía, lo que les permitió darse a la fuga.

"La práctica demuestra que en las bandas siempre hay policías", dijo ayer el alcalde de Sofía, Boyko Borisov, quién fue ex secretario de Estado del Ministerio Interior durante el anterior gobierno encabezado por Simeón de Sajonia y Coburgo. La misma versión la confirmaron fuentes de los servicios de lucha contra la delincuencia organizada, que solicitaron permanecer en el anonimato.

Según estas fuentes, los secuestradores de Bonchev y de su esposa son ex policías especiales que habrían desarrollado parte de su entrenamiento en México, un país con una alta tasa de secuestros. Cada acción de estas bandas especializadas en secuestro y altamente profesionales les reporta un beneficio de medio millón de euros, según los expertos policiales.

En ocasiones los secuestrados vuelven a casa después de unos días tras el pago de ingentes cantidades de dinero, pero no son raros los casos en los que los familiares no reciben ninguna información a lo largo de meses o años.