"He sufrido mucho con él. He llegado a creer que me iba a matar". Es el testimonio de la expareja de Rubén M., el presunto asesino de Vanessa Ferrer y único detenido por el crimen, que está a la espera de pasar a disposición judicial tras confesar el crimen. El joven de 21 años mantuvo hasta hace dos una tormentosa relación con una chica menor de edad, también vecina de Chella, cuyo nombre ocultamos para preservar su identidad. "Fue mi primer amor. Estuve con él cinco años, pero los dos últimos me sentía a la fuerza. Me amenazaba. Me costó ver que querer a alguien no tenía nada que ver con eso".

El vínculo terminó con dos denuncias por violencia machista y una orden de alejamiento que Rubén M. quebrantó, según ha podido saber este diario. "Me seguía escribiendo por snapchat (una aplicación móvil). Sentía que me perseguía. Desde que lo dejamos no he podido estar tranquila. Él tiene mucha fuerza y se pone muy violento. Me asustaba salir a la calle". La chica afirma que al supuesto agresor de Vanessa le molestaba incluso que fuera al instituto por si conocía a algún chico. "No podía ir con nadie, no podía tener amigos. Siempre me hacía sentir culpable", añade.

La muerte de Vanessa ha afectado a la menor por partida doble. Ambas eran amigas. "Si él hubiera estado en la cárcel, esto no hubiera pasado. La justicia tiene la culpa", sostiene, con la voz entrecortada y notablemente emocionada. Tanto ella como otras íntimas de la joven fallecida niegan que Vanessa y Rubén M. fueran amigos íntimos: "eran conocidos", afirma. La menor pide que dejen a la familia del detenido al margen de lo ocurrido. "No tienen la culpa. Están destrozados", afirma. El joven tuvo conflictos continuos con su madre.

Registro en casa del detenido

Otros conocidos del detenido coinciden en mencionar sus arrebatos violentos. Consumía drogas, menudeaba y ofrecía porros a chicas menores. Los problemas de Rubén M. con la justicia no se quedan en la violencia de género. También tiene antecedentes por robo con violencia. Fue sorprendido junto a su grupo de amigos conflictivos tratando de forzar la persiana de la ferretería ubicada a escasos metros de la casa de la calle San Antón donde presuntamente mató a Vanessa, inspeccionada ayer durante 5 horas por la Guardia Civil en busca de evidencias del crimen. También habría participado en robos en domicilios y le sustrajo un móvil a un chico de menor edad para regalárselo a su novia. Cuando ésta se enteró de su procedencia, lo rechazó lanzándolo al suelo. Un juzgado de Xàtiva obligó al joven a prestar trabajos comunitarios en el Ayuntamiento de Chella: ocho horas diarias durante un mes.

La noche del crimen, Rubén M. le pidió prestado el coche a un amigo cuya relación con los hechos está bajo la lupa de los investigadores. Su vehículo, un Suzuki azul, se usó para trasladar el cadáver desde la casa de Rubén, ubicada en lo alto de una escalera empinada, en una zona conocida como la Peña, hasta la sima donde fue hallada Vanessa. El dueño del coche niega tajantemente que conociera las intenciones de su amigo y quedó en libertad el viernes tras ser interrogado por la Guardia Civil.

El delegado del Gobierno, Juan Carlos Moragues, confirmó ayer que se investiga si hubo colaboración. "No sabemos si el amigo sabía exactamente para qué quería el coche", puntualizó. La Benemérita ha tomado declaración al entorno de la víctima y el detenido "para ver el grado de participación" y si "fue solo, estaba acompañado o si el hecho luctuoso lo sabían más personas". "He sufrido mucho con él. He llegado a creer que me iba a matar". Es el testimonio de la expareja de Rubén M., el presunto asesino de Vanessa Ferrer y único detenido por el crimen, que está a la espera de pasar a disposición judicial tras confesar el crimen.