Rafael Nadal sorteó el último trámite que le sitúa en su tercera final consecutiva en Wimbledon, despachando en tres sets (6-1, 7-6 y 6-4) al alemán Rainer Schuettler para quedar frente a frente con el duelo más esperado: el suizo Roger Federer le espera mañana.

El derroche de calidad del número 2 del mundo dejó poco margen a la sorpresa. Hubo un primer set con diferencias cualitativas bochornosas; un segundo, en el que Schuettler varió la estrategia para golpear al mallorquín con más contundencia; y un tercero que finalmente corroboró la destreza del segundo favorito.

El arranque torpe del verdugo de Arnaud Clement contrastó con el poderío del manacorense. Schuettler, que la víspera admitía que su pretensión sería "pasarlo bien y ponérselo difícil" al campeón de Roland Garros, lo pasaba mal ante un ciclón que encadenaba golpes ganadores -un total de 40-, mostraba una derecha descomunal y apenas le dejaba espacio para respirar.

Nadal fue inaccesible durante la primera manga. El mallorquín, que se ha metido por tercer año consecutivo en la final de este torneo, es el mejor Nadal en hierba. Lo repetía ayer en el All England Club Manolo Santana.

A cada latigazo que le asestaba el tenista balear -que sólo en el primer set rubricó 12 golpes ganadores-, su rival se despachaba a gusto con una retahíla de lo que parecían improperios en su lengua. Producto, claro, de la frustración.

El número 2 le castigó en todos los departamentos. Aprovechó cada una de las carencias técnicas que mostró el germano para romperle el servicio en el primer juego; para encadenar un segundo con un 40-0 y para quebrar de nuevo al verdugo de Santiano Ventura y de Guillermo García en esta edición en el tercero.

Peor, imposible. En 23 minutos, Nadal había superado con nota el set con un 6-1 logrado con un nuevo ´break´, y que reflejó la superioridad apabullante del favorito, que hasta ahí no cometió ninguna doble falta y ningún error no forzado. Schuettler esperó al segundo set para reaccionar. Entonces, sí, el alemán logró lo que parecía imposible. Rompió el saque de Nadal en el tercer juego con un gran punto y trató de variar la estrategia.

Casi lo consiguió. Nadal necesitó algo más de una hora para rematar el set. Remontó los números adversos del marcador para igualar a 5 juegos, pero la nueva actitud de su rival llevó el set al desempate, que ganó Nadal por 7-6. En la última manga, el manacorense llegó a perder 3 bolas de partido, pero finalmente amarró el tercer parcial con un último juego en blanco para Schuettler, por 6-4.

Nadal, que encadenó con la de ayer la vigésimo tercera victoria consecutiva que logra y su trigésimo triunfo en hierba de 37 encuentros disputados en esta superficie, es consciente de que su próxima misión, Federer, no es Schuettler. Pero no le falta confianza: "En un partido puede ocurrir de todo. Él (Federer) está jugando muy bien, pero yo también". Habrá que esperar.