Kiko, Ricardo Perrone, brasileño nacionalizado español, será fácilmente reconocible para quienes sigan los partidos de la selección en Pekín. Lucirá unas gafas protectoras de plástico: "Son como aquellas antiguas que llevaba Kareem Abdul Jabbar, a las que he cambiado la goma que llevaban", explica ahora divertido en unas declaraciones a EFE.

Se lesionó en el cristalino del ojo izquierdo el pasado 6 de julio, en un partido contra Eslovaquia del pasado Europeo. Comenta, ahora más relajado, que seguramente fue debido a la escasa calidad del jugador rival, que le introdujo dos dedos en su ojo, después de un lanzamiento "aún-no-se-sabe-cómo".

El cristalino de su ojo izquierdo se perforó. Tuvieron que sustituirlo por una lentilla después de una operación en el Instituto de Microcirugía Ocular de Barcelona (IMO), tras unos días de incertidumbre y de angustia. Todo optimismo ahora anuncia: "Fue como una operación de cataratas. Me han dicho que no me tendrán que operar nunca de cataratas en el ojo izquierdo".

"Estoy con mucha ilusión de poder estar en unos Juegos. La primera semana fue muy dura estaba preocupado. Desde el primer momento me di cuenta de que era algo 'chungo', porque me dolía mucho. En el primer diagnóstico ya me dijeron que el cristalino estaba perforado y me preocupé bastante", ha asegurado.

La lesión se la produjo el 6 de julio, el 9 le operaron en Barcelona y el 17 se tiró de nuevo a la piscina. Ayer, 19 días después, Kiko Perrone jugó por primera vez, un partido de preparación ante la todopoderosa Serbia, que España ganó (13-11), con un gol suyo.

Pero no todo fue tan rápido en su cabeza. Aquel 6 de julio en Málaga, en la consulta de urgencias de una clínica oftalmológica, recibió una información que le hizo temer lo peor.

"Era domingo por la noche. Me dijeron que tenía que esperar una o dos semanas para que bajara la inflamación antes de la operación y después de la intervención, volver a esperar otras dos semanas más.

Repasé mentalmente el calendario: no llego para los Juegos", recuerda.

El seleccionador, Rafa Aguilar, y el médico, Albert Estiarte, le tranquilizaron. Buscarían otros diagnósticos, fueron a otro especialista en Málaga donde le tranquilizaron. Tres días después le operaron.

"Cada vez que voy al médico, me da miedo. A ver si todo está bien o no. El doctor Corcostegui (del IMO) me dijo que era una lesión bastante seria, pero operándome, podría estar en los Juegos", ha indicado.

Con el paso de los días, Perrone ahora admite que fue "bastante rápido", aunque aún se encuentra en el periodo de ir recuperando visión. "La operación no fue por medio de un procedimiento invasivo y pude entrenar en pocos días", ha afirmado.

El primer día que se tiró a la piscina de nuevo, Aguilar le dijo que hiciera lo que quisiera. "Yo lo tenía claro, los Juegos se acercaban y el primer día ya empecé a chutar. Me entrené yo solo por la mañana y por la tarde mi hermano (Felipe) se puso enfermo, faltaba un jugador y me metí a jugar con unas gafas de protección.

No veía muy bien", comenta.

Kiko Perrone estuvo 11 días sin tocar el agua de la piscina. "Me perdí los partidos del Europeo, una semana. Los primeros días estaba tumbado en casa, con sólo una día: concentrar todas mis fuerzas para que mejorara el ojo", ha asegurado.

Antes de comenzar a entrenarse, tuvieron que buscar unas gafas protectoras para poder jugar. "Si es por la mañana juego con unas de triatleta. Necesito protección solar, ya que me molesta el sol, porque la pupila aún está un poco dilatada. En los Juegos, no tendré problemas, la piscina es cubierta y tengo unas gafas como las de 'basket', como las que llevaba Kareem Abdul Jabbar", asegura.

Admite que las gafas no son ideales y aún tiene que acostumbrarse. "Se quedan unas gotas de agua en la lente", explica Kiko, quien comenta que las gafas que utiliza están homologadas por la Federación Internacional (FINA).

Anímicamente ahora está muy bien. "Lo principal era volver a ver bien, pero la preocupación era poder estar en los Juegos. Son cuatro años entrenando. Este no es un proyecto que empezó ayer. Jugué los preolímpicos de 1996 y 2000 con Brasil, en 2004 estaba con la selección pero no pude estar con el equipo. Ahora ha llegado mi oportunidad", insiste.

Se ha sentido apoyado por el equipo, por los entrenadores, por el médico, por los asistentes. No tiene dudas, el secreto de la selección de waterpolo, bronce en el último mundial, es la calidad humana de sus componentes.

"El deporte tiene momentos duros. Cuando pierdes, existen dudas.

Si no estuviéramos a gusto y no nos fiáramos unos de otros, entonces es cuando surgen los problemas. Esto se ha visto en muchos deportes y en muchos equipos. Es fundamental estar bien, estar juntos, también en los momentos difíciles", admite sin dudas.

La séptima plaza lograda en el Europeo jugado en Málaga, donde España partía con opciones de medalla, debe ser un acicate. "Ahora es más difícil ganar una medalla en una gran competición, porque hay cinco serios candidatos, pero por otro lado no es tan difícil ganar el oro. Hace dos años, Hungría y Serbia estaban muy lejos", ha analizado.

A Kiko Perrone le gusta que haya presión que se hable de las posibilidades de medalla en Pekín. "Si fuéramos unos paquetes, nadie nos pondría presión para ganar medalla. Si hay presión es que se fían de nosotros, que nos hemos ganado el respeto", explica.

Quedan 14 días, quedan 13 días... A Kiko Perrone ya no le angustian las promociones televisivas, sabe que estará en Pekín, en sus primeros Juegos.