Cumple su segunda temporada en el organigrama del Málaga, aunque esta vez como director deportivo en lugar de ser el segundo entrenador, puesto que ha recaído en el panameño Dely Valdés. Pese a repetir campaña, Ricardo Rodríguez, de 34 años (Oviedo, 3/04/1974) apenas es conocido por la afición malaguista, siempre relegado a un segundo plano en la anterior campaña tras Juan Ramón Muñiz, que quiso llevárselo al Racing de Santander a su vez como segundo. Pero él prefiere entrenar a un equipo o, como es el caso actual, adquirir experiencia desde un despacho. Su teléfono echa humo, pero a pesar de ello no pierde la sonrisa.

-¿Cómo es Ricardo Rodríguez?

-Soy muy amigo de mis amigos. Disfruto en el mundo del fútbol. Es algo que me apasiona.

-¿Llegó usted a ser futbolista?

-Sólo en las categorías inferiores del Oviedo, en el fútbol base. Pero a los diecisiete años tuve una lesión en la rodilla, una rotura de ligamentos cruzados, y decidí licenciarme y doctorarme en Educación Física.

-¿Qué otras aficiones tiene al margen del fútbol?

-Me gusta estar con los amigos, jugar al pádel, ir al cine y leer.

-¿Qué tipo de libros prefiere?

-Me gusta, sobre todo, aquéllos relacionados con la dirección de empresas, de desarrollo humano, liderazgo y todos los que tengan relación con la profesión y con el fútbol para ser un mejor profesional. La novela no me gusta tanto.

-¿Cambia mucho la labor de segundo entrenador de la director deportivo?

-Sí, totalmente. Como segundo entrenador, estás en el campo, aconsejas al entrenador. Y ahora tomas decisiones en cuanto a la composición de la plantilla, darle forma y tienes que llevar a cabo negociaciones.

-¿Qué resulta más difícil?

-Esto es diferente, ni más difícil ni más fácil. No me gustaba tanto el puesto de segundo entrenador. Lo que prefiero es entrenar. Por eso rechacé la petición del Racing. Un año como segundo te lo planteas; dos se me haría largo. De momento, todo va bien. Cuando todo esté hecho -lleguen los fichajes que completarían la plantilla­-, veré si me aburro o no en el despacho. Veré si echo de menos el campo.

-¿Cuándo contempló usted la opción de convertirse en director deportivo?

-Fue algo que se me planteó tras el ascenso del Málaga a Primera División. Muñiz ya me lo había comentado, me había dicho que se me daba bien y que era un puesto que me iban a proponer. Hablamos Fernando (Sanz) y yo. Yo estaba la temporada pasada como adjunto de Muñiz y así ves cómo funciona todo.

-¿Le ha ayudado mucho Muñiz?

-Sí, he aprendido mucho de él en los despachos. Ves cómo funciona esto, los representantes, los contactos, etc.

-¿La gran cantidad de contactos que maneja usted, con una amplísima base de datos de jugadores, le ayuda en su cometido diario?

-Uno tiene muchos contactos, como bien dice. Bastantes. Y vas haciendo muchos más. En la dirección deportiva del Málaga hay un conocimiento amplio del mercado nacional e internacional.

-Al ser muy amigo de los jugadores, ¿se deterioran, en cierta medida, las relaciones cuando uno se convierte en dirigente y tiene que tomar decisiones?

-Al final, los futbolistas son antes personas que jugadores. Intento tener un trato cordial con todos. Creo que es lo normal y lógico en estos casos.

-Usted tuvo la oportunidad de irse al Racing, como ha comentado anteriormente, pero ¿fue sólo como segundo entrenador o también como director deportivo o secretario técnico?

-Muñiz me lo planteó como segundo entrenador cuando recibió la oferta de entrenar al Racing, pero no para trabajar en la dirección deportiva. No lo tuve tan claro, no fue fácil, porque Muñiz es amigo mío y con él estaba a gusto.

-¿Qué le gusta más de Málaga?

-El clima, sin duda. Y el carácter de la gente.

-¿Qué ha aprendido en estas semanas como director deportivo?

-Intentas obrar con sentido común a todos los niveles. Por el club. Y traer a jugadores comprometidos con el Málaga.