La pegada del brasileño Pato, autor de dos goles en el clásico de Europa entre Real Madrid y Milán (2-3), resucitó al conjunto italiano a costa del equipo del chileno Manuel Pellegrini, que agravó con errores individuales la ausencia de un estilo de juego.

El Real Madrid no sabe, de momento, ganar encuentros ante rivales de entidad. En su primera prueba en Sevilla fue vapuleado por momentos. Ante un Milán, alejado del virtuosismo del pasado, encajó la segunda derrota. Dolorosa por graves errores individuales y por dejar escapar la oportunidad de sentenciar el grupo frente a un rival propicio.

Real Madrid y Milán se atraparon de inicio en un fútbol falto de ritmo. La ilusión de Kaká, en el reencuentro con el equipo que multiplicó su dimensión, tiró de un conjunto que no encuentra la brillantez de un estilo.

Se notan las bajas

Las bajas atacan al conjunto madridista, y la de Cristiano Ronaldo se notó especialmente. Además, impidieron a última hora la titularidad de Gonzalo Higuaín. Permitieron una nueva oportunidad para Benzema. Perdido por momentos sobre el césped, brillante en acciones aisladas. Como la jugada en el rincón derecho del área, cuando fue derribado por Zambrotta, en un penalti que el único que no vio fue el colegiado belga De Bleeckere.

Se cumplían quince minutos de tanteo, a ritmo de Kaká, con el Milán sin llegar a la portería de Iker Casillas y Granero probando a Dida. A su segunda intentona el disparo fue igual de blando, pero se encontró con un inesperado regalo del veterano portero brasileño.

El duelo entre los dos máximos goleadores de Europa, Raúl e Inzaghi, caía del lado del capitán madridista y conseguía el tanto 68 en su competición preferida.

El Milán se redujo en el primer acto a las carreras de Pato. Solo orden italiano, que no supo interpretar el Real Madrid. Llegó sin continuidad. Sin rematar dentro del área. 'Lass' con un centro chut y un zapatazo lejano. Marcelo con un eslalon que culminó con un zurdazo que sacó como pudo Dida despidieron una discreta primera mitad.

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Raúl siguió apretando

Debía sentenciar el Real Madrid en la reanudación. Subir el ritmo para mostrar las carencias del rival. Evitar su resurrección, como hizo ante el Roma en la última jornada de la liga italiana. Pero perdonaron Raúl y Kaká. Dos remates del capitán acabaron en manos de Dida, que sacó el guante izquierdo a un disparo cruzado de Kaká con aroma de gol.

Parecía muerto el Milán cuando la indiscutible calidad de uno de los veteranos dinamitó el partido. Sin la posibilidad de elaborar jugada, inventó Pirlo un latigazo a 35 metros que sorprendió a Iker Casillas. Reaccionó tarde y se encontró el balón cuando ya tocaba la red.

Unos minutos de duda costaron caros al Real Madrid. Asimiló mal el tanto. Zambrotta con un disparo lejano y Seedorf con la derecha avisaron. Un error garrafal de Casillas dio la vuelta a todo.

Iker también se equivoca

Acostumbrado a realizar paradas milagrosas, Iker dejó boquiabiertos a todos al medir mal en una salida a un pase largo y dejar a Pato marcar a puerta vacía.

Alejado del fútbol que desea Pellegrini, que no reaccionó en el banquillo, solo la heroica podía salvar algún punto. Sin orden. Con Raúl sacando saques de esquina llegó el empate. Encontró a Drenthe en la frontal del área, que conectó un zurdazo ajustado al palo para empatar.

Había fe en la remontada, pero el Real Madrid se cayó como un castillo de naipes. Resucitó por momentos Casillas para sacar con el pie un disparo de Pato solo, pero nada pudo hacer en el último minuto cuando de nuevo el brasileño le fusiló a placer tras asistencia de Seedorf.

Era la sentencia en plena polémica. Instantes antes el colegiado había anulado ante el asombro de todos un tanto en propia puerta de Sergio Ramos que provocó una tangana. Ronaldinho golpeó la cara de Raúl. Pepe le lanzó dos patadas recordando una imagen que parecía olvidada.

El Milán resucitó para llevarse el primer triunfo de la historia en el estadio Santiago Bernabéu. Hace crecer las dudas en torno a Pellegrini. El clásico de Europa. La madre de todos los partidos escribió una página más de un duelo repleto de pasión.