«Lo que nos habéis hecho, por segunda vez en dos años, tardaremos en olvidarlo. No voy a poder ponerme esta camiseta como lo hacía antes. Antes del domingo me compraré una de Villa, porque quiero tener la del mejor equipo del mundo. Ni en nuestros mejores años tocábamos así el balón». A Frank Schneider le duele decir que su Alemania ya no es la que era. A sus 52 años ha vivido en Torrox Costa un nuevo traspié frente al combinado nacional de su país adoptivo: «Te duele, pero vas con España ahora en la final»

No cree que llegue a pintarse en la cara los tonos de la bandera española, como ayer hicieron sus hijos pero con la banda negra de la distintiva teutona. Él, como unos 3.000 compatriotas más, sí que figura en los registros municipales como ciudadano empadronado en la localidad axárquica del ´Mejor Clima de Europa´. No lo están otros 3.000 que pasan casi todo el año en tierras torroxeñas. Estamos inmersos en el municipio de la península Ibérica con la comunidad de origen alemán más numerosa.

«Aquí estamos como en casa, porque nos reunimos en el paseo marítimo de Ferrara, en bares de tanta tradición como Warsteiner, más de doscientos alemanes con cada partido de la selección». Para Carmen Schwemler, de madre sevillana, no hay otro lugar donde encontrar tantos productos típicos. «Nos traen a diario la carne desde Alemania, preparada como nos gusta. Es una maravilla todo, excepto esta noche contra la imparable España. En la playa voy a tener que aguantar otra vez muchas bromas, como hace dos años».

Y es que nadie se librará, entre este colectivo foráneo germano, de muchas burlas. El torroxeño Antonio García justifica esta situación: «Siempre, de buen rollo, se han metido con que España se quedaba siempre en cuartos. Pero ya hemos roto el gafe. Y ahora son ellos los que van a tener que aprender de España. La vergüenza, otra vez, la han pasado ellos. Todavía nos venían un poco sobrados, diciendo que iba a haber revancha. Pues que esperen».