La celebración de un gol con un beso apasionado entre dos jugadoras del mismo equipo supuso la tarjeta roja directa para un club de fútbol que estaba ya bajo la mira de los organizadores de una liga barrial de Ecuador.

El club femenino, cultural y deportivo de Guipúzcoa, un equipo que se ha declarado abiertamente lésbico, fue expulsado de la Liga la Floresta, después de que dos de sus componentes se dieran un beso, tras marcar un gol en un partido de la pasada temporada.

Las jugadoras denunciaron el caso ante el Tribunal Cuarto de Garantías Penales, que resolvió a su favor, pero ellas temen poner en riesgo su integridad si vuelven a jugar en esta Liga.

«El juez se pronunció a favor del equipo Guipúzcoa, pero en la parte resolutiva no mencionó nada de la reparación de derechos ni nada del tema de protección. Entendemos que con esas condiciones todavía no podemos jugar», dijo en una entrevista Karen Barba, la presidenta del club.

Además, remarcó que, a su criterio, ahora mismo, existe toda una campaña de «odio y repudio» contra ellas, por parte de los directivos de la Liga la Floresta, quienes han apelado la sentencia.

Recurso de la Liga

El abogado de la Liga, Félix Zambrano, argumentó que el fallo del juez es «erróneo» porque parte de la base de que las jugadoras han sido expulsadas por su orientación sexual, mientras que han sido suspendidas por tener un comportamiento que atenta «contra la moral y las buenas costumbres», contrario a los estamentos de la Liga.

«No es sólo un beso o un abrazo de afecto, el inconveniente es cuando las señoritas se acarician las partes íntimas delante de niños, jóvenes y adultos, esto son actos reñidos con la moral y las buenas costumbres de la Liga la Floresta», sentenció Zambrano.

Por su parte, las jugadoras del Guipúzcoa piensan que sus derechos han sido violados sistemáticamente por los directivos de esta competición y, por eso, han salido a las calles quiteñas para reivindicar su condición sexual.

Al ritmo de un silbato y unos tambores, con las caras pintadas como si fueran guerreras, han querido parodiar el «fútbol competitivo y agresivo de los hombres», dijo la creadora de la coreografía, Cayetana Salau, quien añadió que este acto también sirve para reclamar el «fútbol afectuoso, lésbico y femenino».

Barba enfatizó que el caso de la Liga de la Floresta es sólo la punta del iceberg de lo que les sucede a las lesbianas en el espacio público ecuatoriano.

«Hemos confrontado varios tipos de problemas, desde alquilar un departamento o en la salud, porque los médicos no están capacitados para atender mujeres lesbianas», dijo con tristeza Barba.

La jugadora Ani Barragán expuso que la discriminación hacia el colectivo lésbico se debe a la falta de información y educación, así como por la fuerza de la iglesia y de una sociedad patriarcal y machista que «ejercen una violencia y una presión diaria contra las mujeres y en especial contra las lesbianas».

Salau deploró que tampoco están aceptadas dentro del «imaginario social ecuatoriano» y remarcó que está mejor visto que un hombre haga sus necesidades en la calle a que una chica muestre señales de afecto con otra, lo que es declarado «inmoral y obsceno».

Denuncias

Las integrantes del equipo Guipúzcoa también han denunciado enérgicamente la existencia de supuestas «clínicas» de «normalización» y de «deshomosexualización».

Salau explicó que en el caso de Guipúzcoa hay una chica que ha sido internada a una de estas presuntas «clínicas» y que su novia, a pesar de que lo ha denunciado, no ha podido hacer nada para sacarla porque las instituciones «no saben como manejar estos temas».

Barba remarcó que uno de los problemas es que «una tercera persona puede internar a otra que tenga trastornos de género».

«En estas clínicas se están violando los derechos humanos, se está violando a mujeres lesbianas, han asesinando a transexuales, bajo el auspicio de las autoridades y eso nos parece sumamente grave», subrayó Barba.

A pesar de todos los inconvenientes que viven las lesbianas de Ecuador, las integrantes de este equipo de fútbol saben que han marcado un antes y un después en la reivindicación de sus derechos y señalan que «el Guipúzcoa ha sido uno de los orgullos lésbicos de esta década».