Tiene 27 años. Es bombero, diplomado en Turismo y estudia Traducción e Interpretación en la Universidad de Málaga. Por si todo esto fuera poco, también es jugador de balonmano. El malagueño Fernando Corpas Damián se define como una persona activa y como un gran amante del deporte, precisamente algo que le empujó a prepararse las oposiciones a Bombero.

«Cuando terminé de estudiar trabajé durante un tiempo en cosas relacionadas con el turismo pero no me llenaba, así que dediqué algo de tiempo a ver qué otras cosas podía hacer y me decidí por las oposiciones a Bombero», cuenta. Y este joven tardó sólo dos años en aprobar. Ahora, y desde hace tres años, compagina de la mejor manera que puede su trabajo en el Consorcio Provincial de Bomberos en Vélez Málaga con los entrenamientos y los partidos con su equipo, el Chip Malagueta de la Primera División Nacional.

«No es fácil, pero me las apaño como puedo para intentar no faltar a los entrenamientos y a los partidos. También lo consigo gracias a mis compañeros bomberos, que la verdad es que me facilitan la vida con los cambios de guardia», dice. Y es que pertenecer a un equipo como el Malagueta supone también renunciar a otras muchas cosas, muchos fines de semana fuera de casa por partidos, muchas horas de entrenamiento y muchas horas de sueño. «Una vez me acuerdo que salí de una guardia y lo siguiente que recuerdo es que estaba en Toledo», recuerda Fernando, ya que el Malagueta hace sus desplazamientos en autobús cuando juega fuera de casa en la península. «La verdad es que hay algún que otro partido en el que el cansancio me ha hecho pasarlo regular, pero el equipo, los compañeros y jugar lo compensa», apunta.

Pero, ¿cuándo comenzó su aventura en el balonmano? Este malagueño comenzó a jugar en su colegio, el Juan Ramón Jiménez, a los 10 años. En aquellos tiempos se promocionaba este deporte en los colegios. Era la época del Puleva Maristas y de los éxitos malagueños en balonmano. Allí destacó y comenzó para él una bonita historia ligada a este deporte con tanta tradición en Málaga.

En ese primer contacto con el balonmano en su colegio lo ficharon para formar parte del equipo de Maristas, donde jugó hasta los 16 años. En este equipo coincidió con los ahora entrenadores Juanjo Fernández o Antonio Carlos Ortega.

Su siguiente parada, ya como juvenil, fue el Balonmano Málaga, el antiguo Ivesur. Aquellos años los recuerda con un cariño muy especial, lo mismo que su siguiente etapa en el Balonmano Antequera, donde jugó tres años.

Con la escuadra antequerana vivió dos fases de ascenso a la División de Honor B. «Los años en Antequera fueron muy especiales. Allí el balonmano es lo más, la afición era increíble y nos hacían la vida muy agradable. Lo recuerdo con cariño», comenta.

Ahora su casa es la del Malagueta, equipo con el que también vivió la fase de ascenso y donde entrena y juega a las órdenes de Santi Pérez. Fernando es un jugador polivalente y puede ocupar el puesto de central o el de extremo. Actualmente el Malagueta compite en Primera Nacional Grupo B y entrena en el Pabellón Tiro Pichón de la capital malagueña.

Además, este malagueño forma parte del equipo universitario de la UMA, con el que ha competido en campeonatos de Andalucía y España y con el que conquistó el bronce en el último Europeo disputado en Chipre. «Aquello fue muy especial. Es un título que demuestra que en Málaga hay un nivel importante en balonmano. Me hizo mucha ilusión conquistar aquella medalla para la Universidad de mi ciudad».

Muchos cambios

Las cosas han cambiado mucho desde aquellos comienzos hasta ahora. Para Fernando antes jugar al balonmano, además de practicar el deporte que más le gusta y formar parte de un equipo en la elite, también suponía tener un ingreso extra. Pero ahora es meramente un hobby. Y tiene que compaginarlo con su horario laboral y con su familia, algo que no siempre es fácil. Pero él lo tiene claro y espera seguir ligado a este deporte mucho tiempo. Ser entrenador es una opción, ser bombero, una profesión.