Miguel Ángel Jiménez se enfrenta a su gran noche y a un gran domingo, al estar cerca (cuatro golpes) del liderato que su amigo norirlandés Darren Clarke sostiene en solitario en el Open Británico de golf.

El malagueño cerrará los ojos y en el duermevela se verá por la tarde levantando la Jarra de Clarete, igual que hacía con notorio éxito, todas las vísperas, el gran Seve Ballesteros.

Esa especie de sofrología retardada siempre le dio un extra de fuerza a Ballesteros. El pedreñero creía en sí mismo. A fe ciega.

Ahora es Jiménez quien se enfrenta a su hora de la verdad, sin importar en absoluto sus 47 años. Claramente una cifra real solamente para el pasaporte.

El norirlandés Clarke recogió la bola tras su último 'putt' en el hoyo 18 como líder en solitario del Open Británico. Cinco bajo par en el acumulado, tras firmar 69 golpes (uno abajo). El sol lucía esplendoroso al final del día pero se trataba tan solo de una metáfora pues la tercera ronda fue un calvario de lluvia, frío y viento.

La borrasca en la costa este inglesa entró, como se preveía, con virulencia y de madrugada. Llegados al campo del Royal St.George, los jugadores cambiaron el 'chip': café caliente, paraguas, impermeables e incesante frotar de manos.

Clarke, de 42 años, quizá extrajo petróleo de la situación que, por momentos, resultó dantesca. "Muchas veces me entreno en condiciones similares", decía el norirlandés, que lidera el tercer 'Grande' del año con uno de ventaja sobre el estadounidense Justin Johnson y dos sobre el joven Ricky Fowler y el danés Thomas Bjorn.

Jiménez figura justo un escalón por detrás, junto a otro norteamericano, Lucas Glover, en una jornada en donde el golf español se jugaba mucho.

La ronda llamada "del movimiento", con Jiménez, Pablo Larrazábal y Sergio García en posiciones de vanguardia, fue una criba. La meteorología impuso su criterio, quizá aleatorio: cayeron Larrazábal y García y sólo el andaluz Jiménez, el menos preparado para mojarse los pies, superó la prueba.

El barcelonés Larrazábal anotaba 76 golpes en su cartulina y García 74. Demasiados golpes, muchos errores y sufrimiento a raudales que descuelgan a ambos de la pelea por el título, a nueve golpes de la cabeza.

Miguel Ángel Jiménez, en cambio, fue un coloso por tercer día consecutivo. El malagueño se agarró como una fiera al campo y aunque firmó su peor tarjeta del torneo (72 golpes) es quinto y dentro del grupo exclusivo de los golfistas que figuran bajo el par del campo.

En ese vagón de privilegiados viajan Clarke (-5), Johnson (-4), Fowler y Bjorn (-2), Jiménez y Glover (-1). Es el sexteto bajo par, aunque con un golpe más se asoman con posibilidades el alemán Martin Kaymer y los estadounidenses Phil Mickelson y Davis Love III, este último el próximo capitán de la Ryder Cup que rivalizará con José María Olazábal.

Clarke se le vio por última vez realmente feliz el 15 de mayo en Mallorca. Levantaba el trofeo del Iberdrola después de tres años de sequía. El norirlandés lo festejó inmediatamente con un cigarro y una pinta de cerveza de medio litro, antes de pasar por la sala de prensa. "Nunca te rindas", decía Clarke ante los informadores. Justo el mismo lema que utilizará el domingo en la recta final de un Open muy duro en Inglaterra.