El Unicaja ha reconocido públicamente que su presupuesto para la temporada que está por venir será inferior al de la última campaña. «El presupuesto va a ser inferior en un 15 ó 20 por ciento», aseguró Eduardo García, presidente verde, hace ya varias semanas.

La medida tomada por los rectores cajistas no es más que el fiel reflejo de la situación tétrica en la que se encuentran casi todos los clubes de la exLiga ACB, a partir de ahora denominada Liga Endesa. Un reportaje publicado por Javier Maestro días atrás en la prestigiosa web «www.encestando.es» ofrecía datos espectacularmente preocupantes.

Según este portal, el Blancos de Rueda, el Manresa y el Obradoiro tienen menos de ¡¡2 millones de euros!! para hacer sus plantillas. El Fuenlabrada y el Alicante, 2 millones, el Asefa Estudiantes presupuestó exactamente 2,1 para su plantel, el Joventut y el Murcia, 2,5 millones y el Gran Canaria, un poco más. El CAI y el Lagun Aro se mueven en 3,5, lo que es una cifra más holgada, mientras que el Cajasol invierte en su plantilla 4,6 por los 5,5 hace un año.

¿El Unicaja? Pues dentro de todo se puede sentir privilegiado por tener un patrocinador tan potente que le permita –en pleno proceso de recesión– llegar casi hasta los 7 millones de euros para formar el plantel. Eso sí, no todo el dinero que manejan Manolo Rubia y Chus Mateo será para abonar las fichas de los 12 jugadores del primer plantel. Con esos casi 7 kilos habrá que pagar también mucha «pasta» a McIntyre, Servera, Peric, Paulao... y otros de los descartados.

La situación global de los equipos se traduce en ofertas bajas y en renovaciones que se complican porque se ofrece menos en líneas generales de lo que se ganaba el pasado curso o hace dos. Ahora se contratan estadounidenses de 150.000-200.000 dólares o menos.

Así las cosas, hay jugadores que llevan una sólida carrera en la ACB de ocho o diez años y ven como a mediados de agosto no tienen equipo y se les van acabando las opciones. «Todo el mundo te dice que no tiene más y que eso es lo que hay», cuenta en «www.encestando.es» un agente de los que coloca jugadores lo mismo en equipos grandes que en medianos y pequeños. Y es que a nadie se le puede escapar que el patrocinador del Manresa paga la mitad que el de hace unos años, que el nuevo del Joventut sponsoriza también por una cifra menor que el anterior, que el Fuenlabrada puede volver a salir a competir sin publicidad en su camiseta…

La crisis ya apareció por la ACB el pasado verano, pero ahora se ha multiplicado de norte a sur y de este a oeste. Con varios de los equipos modestos en concurso de acreedores o con graves retrasos en los pagos, no es fácil convencer a veces a los jugadores para que renueven o fichen. Y es que trasladar una oferta de 90.000 euros o de 120.000 cuando se estaba cobrando 200.000 (o mucho más en el caso de los «grandes») en un equipo anterior es duro de asimilar.

El jugador tiene una vida laboral corta y no asume fácilmente trabajar por un salario inferior. Aquí el caso más llamativo es el de Carlos Cabezas, campeón de Liga y Copa con el Unicaja y de casi todo con la selección. Tras firmar un contrato millonario con el Khimki hace un par de veranos, ahora jugará por 200.000 euros con el CAI Zaragoza tras no recibir ninguna oferta de otro club nacional o europeo. Él es el ejemplo más claro de víctima de la crisis actual.

Varios aspectos han coincidido para dañar la buena imagen que el baloncesto tenía hace sólo cuatro o cinco años. Daños colaterales que impiden la resurrección de un deporte que cuenta, por contra, con la mejor selección de Europa y la segunda del mundo, sólo superada por la de los jugadores de la NBA en la última final olímpica.

Las bajas audiencias televisivas, por ejemplo, ayudan poco a «vender» el deporte de la canasta. Es complicado encontrar un partido de Fase Regular de la Liga que dé en Teledeporte una audiencia superior a los 300.000 espectadores, por mucho que Barça o Madrid sean uno de los dos equipos que estén sobre el parqué.

Tampoco hay fidelidad de los jugadores hacia los clubes y viceversa. Encontrar casos como los de Berni en el Unicaja, Felipe Reyes en el Real Madrid o Savané en Gran Canaria, por poner tres ejemplos, resulta casi imposible. En las canchas también hay cada vez más huecos. El mismo Carpena es un ejemplo de pabellón abarrotado antes y con demasiados claros ahora... En definitiva, malos tiempos para el básket.