­Juan Salvador Zaragoza Romero iba prácticamente andando, por delante del coche escoba, al paso por la última chimenea de Sacaba, mientras unos voluntarios en patines no paraban de animarle. Su rostro de sufrimiento lo decía todo. Eran las 14.20 horas. Veinticinco minutos después llegó al Estadio de Atletismo Ciudad de Málaga tras 5 horas, 45 minutos y 29 segundos. Fue el último corredor en cruzar la línea de meta. Pero tiene tanto mérito como el primero, Abdelhadi El Mouaziz, que llegó a las 11.21 horas. El marroquí se tocó la frente, los labios y el pecho, realizando el tradicional saludo árabe: «Te doy lo mejor de mi pensamiento, lo mejor de mis palabras, lo mejor de mi corazón». Todos ellos afrontaron una prueba con buen tiempo (18 grados), pero con viento en contra en los cinco últimos kilómetros, lo que impidió realizar mejores registros.

Cada corredor tenía un reto personal, una prueba de superación. De los 722 inscritos, 650 tomaron la salida y 635 llegaron a meta. Algunos se desplomaban al suelo (como el ganador de la primera edición, Juan Vázquez), otros hacían un esprint con las rodillas en alto, hubo quien hizo todo el recorrido descalzo (Santi Ruiz), quien llegó de la mano de su pareja o de unos amigos, quien corrió con 79 años (Fernando Muñoz) o quien ganó en mujeres pese a haber sido madre hace un año (Gemma Arenas). El instante más emotivo fue cuando Manuel Espinosa cruzó la línea de meta, tras 5 horas y 35 segundos, llevando a su madre en silla de ruedas, junto a sus dos hijos.

La escasa inscripción (722 corredores) respecto al año pasado (1.900) y la poca animación en la calle, al ser día festivo entre semana, fue suplida dentro del recinto deportivo por la excelente organización de Málaga, Deporte y Eventos, con Pepe Checa al frente, y de la profesionalidad del animador de la Vuelta Ciclista a España durante los últimos 15 años, Juan Mari Guajardo, de Alsasua (Navarra), quien lograba la complicidad del público de las gradas, unas 300 personas. Una batucada animaba más aún el cotarro.

Durante el recorrido, la prueba fue seguida por miles de personas, muchas en bicicletas a través de un carril paralelo al de la carrera. Los policías locales y miembros de protección civil estuvieron atentos, ya que mucha gente no respetó las normas, como una señora que cruzó por donde no debía, a la altura de la entrada al Puerto, sus gafas de sol se cayeron ante un corredor, y éste casi choca con ella. El único percance de cierta gravedad no fue de un atleta, sino de una mujer que, al sufrir un mareo, cayó al suelo de bruces cerca de Molina Lario y se hizo una brecha en la cabeza, siendo atendida de inmediato por los servicios sanitarios, que sólo tuvieron que emplearse ante algunos casos de deshidratación (había trece camillas dentro del estadio y dos hospitales de campaña sobre la pista de atletismo). No hubo que hacer uso de las siete ambulancias. Los diez médicos, diez enfermeras y cinco técnicos tuvieron, afortunadamente, poco trabajo. Francisco de la Torre dio el pistoletazo de salida, aunque no estuvo en la entrega de trofeos. Sí estuvo el concejal de Cultura y Deporte, Damián Caneda. Junto a él estaban el director del área de Deportes, Javier Imbroda; la directora general de Cultura y Deporte, Susana Fernández; y el presidente de la Federación Andaluza de Atletismo, Enrique López Cuenca.