El árbitro Paolo Tagliavento tuvo que suspender durante unos 40 minutos el encuentro entre el Génova y el Siena cuando se llevaban jugados ocho minutos del segundo tiempo, después de que un centenar de hinchas locales invadiesen la tribuna situada sobre los vestuarios y lanzasen varias bengalas al terreno de juego.

En el minuto 8, el técnico del Génova, Alberto Malesani, decidió que entrase un defensor (Kaladze) por un delantero (Sculli) a pesar de que los locales perdían 4-0 y esto hizo estallar la rabia de los ultras locales.

El grupo de hinchas del Génova pasó de los fondos a la tribuna central bajo la que se encuentra la entrada a los vestuarios y se encaramaron a las vallas de contención para desde allí comenzar a lanzar bengalas y amenazar a los jugadores de su equipo.

Después de algunos minutos y como la situación no se calmaba, el árbitro y los jugadores del Siena abandonaron el terreno de juego sin problemas, mientras que los del Génova permanecieron en el centro del campo.

El capitán Marco Rossi y Giuseppe Sculli intentaron calmar al grupo de aficionados, que en un primer momento pidieron a los jugadores de su equipo que se quitaran las camisetas y las dieran a la afición.

Los jugadores del Génova llegaron incluso a quitarse las camisetas, aunque luego se las volvieron a poner y se vivieron momentos de angustia y tensión e incluso se pudo ver lágrimas en los rostros de Sculli y Giandomenico Mesto ante la situación que se estaba produciendo.

Los jugadores del Génova lograron calmar los ánimos de los hinchas y el Siena y el árbitro volvieron al campo y el encuentro se reanudó.

En el primer tiempo, el Siena había dominado con los goles de Brienza (17 y 37), Destro (19) y Giorgi (47) y el Génova había desaparecido por completo.

Con este resultado, el Génova se coloca al borde de la zona de descenso y de ahí rabia del grupo de ultras, mientras que el resto del estadio apareció dividido y muchos aficionados genoveses protestaron ante los altercados.

Al reiniciar el encuentro, los ultras que habían protestado dieron la espalda al campo para no ver el partido, que terminó sin incidentes y en medio de un increíble silencio.

Al acabar los 90 minutos, que terminaron con un 4-1 a favor del Siena en el marcador tras un gol en propia puerta de De Grosso, algunos jugadores se quitaron la camiseta y la dejaron al borde del campo.