Más de 2.000 sportinguistas se congregaron este jueves en los aledaños de El Molinón para rendir un emotivo homenaje a Manolo Preciado, entrenador del Sporting de Gijón durante las últimas cinco temporadas, que falleció en la madrugada del jueves.

La afición del Sporting, al igual que la del Racing, Villarreal y Levante, respondió a las distintas iniciativas que comenzaron en las redes sociales y se reunieron, en torno a las 20 horas, en sus respectivos estadios, donde demostraron el duelo y dolor por su pérdida.

Con fotos, banderas y estandartes en su recuerdo, los aficionados guardaron un respetuoso minuto de silencio, finalizado con un tremendo aplauso que parecía nunca acabarse. En su espontáneo homenaje estuvieron jugadores del Sporting como José Ángel y el delegado Quini.

Destacaron también las aficiones de Levante, Villarreal y Racing, que se unieron a este homenaje. "Nos enseñaste lo grande que es ser pequeño", rezaba una de las pancartas en su honor en el Ciutat de Valencia.

Llamada inesperada

Una llamada a la una y veinte de la madrugada de ayer sobresaltó al doctor Maestro. Los años de experiencia como facultativo alarmaron al jefe de los servicios médicos del Sporting. El nombre de Arancha, la mujer de Preciado, parpadeaba en la pantalla iluminada y a Toño Maestro se le aceleró el pulso antes de darle a la tecla verde. Al otro lado del aparato, la voz familiar pedía ayuda desesperadamente. Manuel Preciado yacía derrumbado con evidentes síntomas de sufrir un accidente cardiaco en el apartamento de Bega de Mar, El Perelló, en el término municipal de Sueca (Valencia). Maestro le recomendó que llamara al SAMUR de inmediato. Pero ya era demasiado tarde.

La muerte de Manuel Preciado Rebolledo (Astillero, Cantabria) sacudió los cimientos del fútbol español y sumió al sportinguismo en un profundo dolor. Fue un golpe inesperado, directo a las entrañas de la multitud de amigos que este cántabro universal había cultivado a lo largo de su vida. Manuel Preciado es un gijonés que nació en Astillero y se crio en el barrio pesquero de Santander.

El funeral por su eterno descanso, multitudinario, se ha celebrado esta tarde en la iglesia parroquial de los Padres Franciscanos en el barrio de Perines en Santander. La misma en la que Preciado despidió a su padre y a su hijo Raúl. Antes, a la una y diez de la tarde, sus restos mortales partirán del tanatorio de El Alisal (Santander), donde descansan desde su llegada anoche procedentes de Valencia (sala 4), con destino al cementerio de Ciriego, donde será incinerado.

Fichaje por el Villarreal

La muerte le sobrevino a Manuel Preciado un día antes de ser presentado oficialmente como nuevo entrenador del Villarreal, club con el que había alcanzado un acuerdo para abordar el regreso a superficie del «submarino amarillo». Preciado comenzó a sentirse mal el pasado lunes. Lo que parecía un virus estomacal lo tumbó en la cama y hasta tuvo que aplazar el pasado martes la firma de su contrato con el conjunto castellonense.

El miércoles, Preciado compartió mesa y mantel con Fernando Roig hijo para ultimar los detalles del nuevo proyecto. Esa misma noche, hacia las once, ya alertó a su mujer, Arancha, de que se sentía mal. Antes incluso de llamar al doctor Maestro, Arancha telefoneó a Josep Alcácer, hombre de confianza y amigo de Preciado, que reside cerca del apartamento de la pareja, para que se desplazase hasta allí. Cuando llegaron la asistencia médica y la Policía Local no pudieron hacer nada por asistirlo. Manuel Preciado ya había exhalado su último aliento.

El cuerpo de Preciado fue trasladado al Instituto de Medicina Legal Anatómico Forense de Valencia, donde se le practicó la autopsia. Allí estuvieron su representante, Fermín Gutiérrez, y el presidente del Villarreal, Fernando Roig. Posteriormente se le derivó al tanatorio de Valencia, donde fue preparado el cuerpo y desde donde partió hacia las dos de la tarde en un coche fúnebre con destino a Santander. Allí lo esperaban su hijo Manu y su madre Ana, los supervivientes de una familia marcada por la tragedia. Un melanoma se llevó a su primera mujer, Puri, y pocos meses después su hijo Raúl perecía en un accidente de moto a la edad de 16 años. El penúltimo golpe fue la pérdida de su padre, arrollado cuando empujaba su propio coche.

Antonio Maestro pasó la noche en vela y a las siete de la mañana no aguantó más. Cogió el teléfono y comenzó a dar la noticia a la gente del club. La tragedia se propagó como la pólvora y las reacciones de dolor llegaron desde todas las latitudes. A pesar de la dureza con la que lo golpeó la vida, Manuel Preciado deja tras de sí una estela de optimismo y un millón de abrazos que fue repartiendo a todo aquel que quiso acercase a él.