Otro paso hacia la gloria. Fue el que dio ayer Rafael Nadal, cada vez más cerca de batir todos los récords en la historia de este deporte. Con su victoria sobre Novak Djokovic, en su séptimo título en Roland Garros, el mallorquín iguala a entorchados grandes con dos gigantes del tenis, el australiano Rod Laver y el sueco Bjorn Borg, once cada uno. Y se coloca en la cuarta posición histórica de jugadores con más títulos grandes. A un paso del podio.

Un podio liderado por los dieciséis títulos de un Roger Federer que ha frenado en seco la consecución de títulos grandes. En Wimbledon, su torneo favorito, que ha ganado seis veces, tiene una buena oportunidad de igualar los siete del norteamericano Pete Sampras y aumentar su ventaja, sobre todo con Nadal, que viene por detrás como un meteoro, insaciable en su carrera por ser el mejor de la historia.

El segundo en el escalafón es Sampras, con catorce títulos (7 Wimbledon, 5 US Open y 2 Open de Australia, por ningún Roland Garros, torneo que siempre se le atragantó). Y en tercera posición, con doce títulos, aparece el norteamericano Roy Emerson, que se impuso por seis veces en el Open de Australia y en dos en Wimbledon, Roland Garros y US Open).

Después ya aparece Nadal como único jugador en activo que amenaza a los tres que tiene delante. A Emerson ya lo tiene a tiro, a un solo título, para encaramarse en el hipotético podio de los mejores de la historia, por lo que a grandes títulos de la historia se refiere.

El mallorquín, que ayer sumó el título 50 de su carrera, con 26 años recién cumplidos, empezó su trayectoria siendo reconocido como un gran especialista sobre tierra. Sus 36 títulos sobre esta superficie, con 252 victorias en 271 partidos jugados, por sólo 19 derrotas, le convierten en el mejor de la historia sobre arcilla. Pero, empujado desde pequeño por su tío y entrenador, se puso entre ceja y ceja que algún día también tenía que ser alguien en Wimbledon. "Le decía que sobre tierra habían ganado muchos españoles y que sobre hierba sólo Santana. Ganar en Wimbledon le distinguiría", recuerda siempre Toni Nadal, más satisfecho que orgulloso "porque ha sido capaz de ganar sobre hierba cuando algunos decían que sólo ganaría sobre tierra". Igual que un camaleón, sin apenas haber jugado sobre hierba, se plantó en su primera final en 2006, pagando la novatada ante el indiscutible rey en esta superficie. Volvería a intentarlo, sin suerte, al año siguiente, pero a la tercera fue la vencida y Nadal levantó el trofeo de campeón de Wimbledon, el que había soñado desde pequeño. Lo mismo ha ocurrido en pista dura. Fue capaz de ganar en Australia en 2009 al mismísimo Federer, provocando las lágrimas de este al término del partido en una de las imágenes más recordadas en los infinitos duelos entre ambos jugadores. No sería la última. Rafa Nadal es sinónimo de récord.