La III Maratón Ciudad de Málaga no pasará a la historia por sus tiempos, por el calor del público en las calles o por su participación. Y es una pena, porque la organización trabaja duro durante casi un año para «colocar» esta prueba en el calendario y días como el de ayer no ayudan mucho.

Sí será recordada, sin embargo, por el trato recibido por los deportistas, desde el que llegó el primero hasta el que cruzó la meta delante del coche escoba. Todos recibieron la misma atención durante la carrera y los cuidados necesarios en la línea de llegada -algo que en otras maratones españolas de mucho más renombre no suele pasar-. También hay que aplaudir que se rozó el millar de participantes, lo que supone un impacto turístico para la ciudad más que interesante en un evento que tiene todas las características, además, para seguir creciendo con el paso de los años.

Pero tampoco se puede negar que hay mucho que mejorar. Un error nada más arrancar la prueba al salirse los corredores del recorrido oficial hace que a día de hoy los participantes no sepan si sus tiempos serán o no homologados -parece que sí, pero la confirmación oficial tardará algunos días-. Tampoco fue brillante el seguimiento en las calles por parte del público. Los organizadores deberán estudiar si salir y llegar al Estadio de Atletismo, fuera del corazón de la ciudad, y casi inaccesible para los vehículos en días como ayer, con el tráfico tan limitado, es la mejor opción. Parece de perogrullo pensar que si la meta está en el entorno del paseo del Parque o de la calle Larios, por citar dos ejemplos, habrá mucho más seguimiento popular. Y tampoco ayuda a la proyección internacional de la prueba, el hecho de que el ganador se vaya a casi dos horas y media y admita en la línea de meta que no la había preparado y que, además, la había corrido lesionado. En fin, por delante hay 12 meses para que todo esto sea una anécdota. Lo más positivo es que hay margen de mejora y ganas de trabajar para seguir creciendo.