Vino a este mundo en Brasil (7-1-1988), de donde es natural su madre, y con dos años ya vivía en Fuengirola. Fue una niña prodigio de la natación, al despuntar en el Club Mijas desde pequeñita, y ya con 15 años era campeona de España absoluta de 200 metros espalda, derrotando en la piscina a competidoras ocho o diez años mayores que ella, a auténticas mujeres. En pleno maremágnum de éxitos se marchó a la Residencia Blume, en Madrid, lejos de casa, de su familia, de su entorno, siendo una cría. Pagó de sobra ese peaje y atravesó una auténtica atravesía por el desierto, saliendo de los primeros puestos del ránking, dejándose ir. Pero ella, una luchadora de raza, carácter, una valiente de la vida, regresó siendo otra en el año 2010, y desde entonces, la cautivadora malagueña no ha parado de cosechar éxitos. Ayer, el más grande de todos, al colgarse la medalla de bronce en los 200 metros espalda en el Mundial de piscina corta de Estambul.

Al tremendo éxito hay que añadirle todos los registros pulverizados en estas dos temporadas de redención. La nadadora del Canoe ha sido medallista de oro en la prueba de 200 metros en el Campeonato de Europa de piscina de 25 metros en Eindhoven (Holanda) en 2010, plata en el Europeo de piscina corta de Szczecin (Polonia) en 2011, bronce en el Europeo de piscina de 50 metros de Budapest (Hungría) de 2010 y Debrecen (Hungría) en 2012, además de colgarse otra presea de bronce en Eindhoven 2010 -100 metros-, también en piscina corta. Un currículum espectacular que adornó este verano, participando en sus primeros Juegos Olímpicos, donde, en su prueba fetiche de los 200 metros, se quedó en semifinales.

Todo el esfuerzo, los madrugones, su vida metida en una piscina, cobró ayer sentido cuando, al acabar la final de los Mundiales de piscina corta de Estambul, miró al tablón de resultados y se vio tercera. «Cuando me he dado la vuelta no me he fijado en el tiempo, solo en la posición. Me he visto tercera y... ¡lo he flipado!», dijo de forma espontánea, como es ella.

Duane había logrado la primera medalla de la expedición española en la ciudad turca, que luego otra mujer, Melanie Costa, dio más lustre, al proclamarse campeona del mundo en los 400 metros libres.

Había nadado por la mañana con soltura y se había sentido bien en la previa, tras finalizar octava el jueves en la final de la prueba de los 100 metros espalda. Llegó a la gran cita con el quinto mejor puesto, con opciones a medalla, aunque era algo tan complejo como que junto a ella tenía a las mejores especialistas del mundo. Con un tiempo de 2:04.15 se hizo con un bronce que ya cuelga de su cuello y que jamás podrá olvidar.

Fue, además, en una lección de aguante, inteligencia, táctica y piernas, muchas piernas. Duane firmó un segundo hectómetro sensacional y no dio opción a que la peligrosa japonesa Marie Kamimura la alcanzase.

Sólo pudieron superar a Da Rocha la ucraniana Daryna Zevina (2:02.24) y la estadounidense Bonnie Brandon (2:03:19). Nadie más. Y no fue ayer la única nota positiva para la malagueña.

Y es que, en la prueba de relevos 4x100 estilos femenino, el equipo español estableció un nuevo récord nacional al lograr un tiempo de 3:58.42, siendo Duane la primera relevista, y parando el crono en 58.31. Después de ella nadaron Marina García (1.07.55), Judit Ignacio (58.34) y Melanie Costa (54.22), que rebajaron los 4.00.16 que tenía el CN Sabadell desde diciembre del año pasado.

El tiempo conseguido, no obstante, no fue suficiente para que el 4x100 español se clasificase para la final de esta prueba, ya que la marca fue la duodécima de las semifinales.

La otra protagonista del día fue la menorquina Melanie Costa, que ganó la prueba de los 400 metros libres con un crono de 4:01.18, batiendo a la estadounidense Chole Sutton por solo dos centésimas en los 25 metros finales. La neozelandesa Lauren Boyle, campeona en los 800, obtuvo la medalla de bronce con 4:01.24. Erika Villaécija García acabó con 4:05.78.