El 14 de diciembre de 2012 será una fecha inolvidable para Duane da Rocha. Fue el día en el que todos sus sueños se hicieron realidad. El día en el que rompió barreras y se subió al podio de un Mundial de piscina corta.

Duane da Rocha es la malagueña más feliz del mundo en estos días...

Estoy muy contenta y la verdad es que no venía muy convencida al Mundial, sí con ganas de probarme y competir, y me he sorprendido de lo que puedo llegar a hacer. Sé que cuando compito en un torneo internacional tengo algo extra que me da más y las buenas sensaciones que tuve en la carrera de los 100 metros me ayudaron. Me dije que era posible y salió la tercera plaza en el 200. Verte con la medalla, en el podio, que está en lo alto del todo del centro acuático de Estambul... Y la ayuda de los compañeros, los ánimos, el apoyo de todos aquí, en las buenas y en las malas, ha sido genial.

¿Bronce mundialista y me dice que no llegaba en plenitud al Mundial en piscina corta?

Un deportista conoce su cuerpo y en los Juegos Olímpicos tenía una sensación de fuerza y superioridad, como si pudiera comerme el mundo, que ahora no lo tenía tanto. No estaba al máximo nivel, como en los Juegos de Londres, y las sensaciones no eran las mismas. Pero nunca dudé de mí. No venía al cien por cien, pero puse ilusión y toda la carne en el asador, competí y lo di todo.

¿Compitió mejor quizá sin esa presión?

No creo que fuera eso. En los últimos años he sabido controlar la presión y la he mantenido al margen. Me concentro bien y lo hago bien. A veces sí hay nervios y tal. A Estambul venía sin presión, pero he de reconocer que no sentía que estuviese al cien por cien. Me gusta competir y salí a darlo todo. A veces las cosas salen y otras no. Esta vez salió bien.

El miércoles se lanzó a la piscina para nadar la prueba en la que no es especialista, las series de los 100 metros. Y se planta en la final del jueves, ¿lo esperaba?

No es mi prueba favorita. La nado bien en España, pero internacionalmente no soy todo lo competitiva que en el 200. Me metí bien en las semifinales, nadé bien por la mañana y por la tarde, la verdad es que no tenía toda la confianza y al meterme en la final me dio alas y comencé a notar esa confianza. Floreció en mí la confianza. Llegué a la final con el octavo tiempo y fue un gran inicio porque la final me dio alas.

El viernes llegaban los 200 espalda, su prueba, en la que usted siempre deposita toda su confianza. ¿Cómo fueron las series?

Más o menos sabía que había que correr mucho para entrar en la final porque había un buen nivel. Tuve la suerte de nadar en la última serie y así pude ver los tiempos que se hacían en las series anteriores. La chica de mi lado -Elizabeth Simmonds- me empujó a ir más rápido y eso me ayudó. Si lo hago sola, quizá no hubiera llegado con el quinto tiempo a la final.

Su segunda final en dos días, con mucha confianza, el quinto mejor tiempo... ¿Qué sensaciones tenía?

Ufffhh... En la final no me tiré realmente a por medalla, porque no sé, no... Sólo pensaba y me decía a mí misma: «Duane, compite. Queda lo mejor posible». Salí a probarme, a ver mis límites. Y me salió bien. Sabía que tenía el quinto tiempo y había nadado bien por la mañana, pero todas teníamos el mismo nivel y podía pasar cualquier cosa. Todas andábamos por 2:04... y no puedes fiarte por los tiempos de la mañana, porque por la tarde todo cambia. Y para la carrera pues no puedes plantearte nada, sólo ir al cien por cien, y acabar sin que te quede nada dentro, porque no puedes irte a casa arrepintiéndote de no haberlo dado todo. Yo siempre tengo mi táctica y salí a cumplirla.

¿Y cuál es?

Pues yo sé que mi baza es la segunda parte de la carrera. pero sé que no me puedo descolgar en los 100 primeros metros, si no me voy fuera de la carrera. Lo importante es verme en carrera y dar el máximo. Al principio me metí en competición y no me quedé atrás y en la segunda mitad intenté darlo todo, dar el do de pecho, porque hay que vaciarse.

¿Cómo fueron los últimos metros de la final?

No me podía imaginar que iba tan arriba. Veía a las dos chicas de mi lado, que lo habían hecho muy bien en el Europeo de dos semanas antes e iba delante de ellas, así que sabía que lo estaba haciendo bien. Ten en cuenta que no miras a ningún lado cuando nadas, porque perder una centésima te lleva al éxito o al fracaso. En el último viaje cerré los ojos y apreté. Cuando llegué y toqué el muro, lo único que quería era mirar el puesto y al ver que era tercero no me lo podía creer. Me quedé sin palabras. «Esto es muy fuerte», me repetía una y otra vez.

¿Cómo vivió el momento de subirse al podio?

Son sensaciones inexplicables. Todo pasa tan rápido que al final no sabes que has llegado ahí. No me lo creía. Tenía ganas de hablar con todo el mundo, de agradecer el apoyo que me habían dado.

Ayer nadó los 50 metros, quedó en el puesto 18, pero sin embargo hizo su mejor marca...

Tenía que nadarlos, aunque mentalmente no estaba tan preparada. Pero sé que si mejoro en los 50 metros mejoraré en el 100 y luego en los 200. Todo lo que hago es siempre pensando en mejorar los 200 metros. Ha sido mi mejor marca en el 50. Y tras el subidón he ido cansada, pero he hecho mi mejor marca.

Tras cumplir su sueño de los Juegos, ¿esperaba todo esto?

La verdad es que era difícil, porque los preparé a conciencia. Fui a Londres a comerme el mundo. Confiada y fuerte, muy entrenada y concentrada. Y en Estambul no era igual. Por eso me he sorprendido. Estoy muy orgullosa de mí misma. Saber que puedo competir aunque no estés en las condiciones más idóneas, y por eso es para estar orgullosa. He sabido superar mis sensaciones.

Desde 2010, Duane es una mujer nueva, una nadadora distinta, y ahora llega a su culmen. ¿Cómo lo ha digerido?

La verdad es que 2010 me cambia la vida. Fue un punto de inflexión, y tras el Europeo de piscina corta en Eindhoven de 2010 logré el oro y eso me dio confianza. Antes no lo tenía internacionalmente. Sí en los primeros puestos nacionales, pero nunca lo hacía tan bien fuera y sentía que no iba a poder hacerlo nunca. Eindhoven me dio alas y empecé a creerme que todas somos iguales y trabajamos mucho, que no hay secretos. Aprendí a saber competir y querer mejorar. Y ésa fue la clave.