­El Palo imponía mucho respeto. Quizás demasiado. Si ya el Burgos sorprendió por cauto en el partido de ida de la anterior eliminatoria por el ascenso, al Jumilla el miedo le llegaba a la coronilla. El cuadro malagueño empezó a beberse al rival desde los primeros instantes de juego en La Hoya. Y no tardó ni media hora en imponer su pegada, tras sendos goles en acciones de estrategia. Pero en la segunda parte, con los locales algo menos temerosos, logró acortar la diferencia el malagueño Cantarutti.

El resultado fue corto, pero no es por ello menos valioso para un encuentro de vuelta en San Ignacio que volverá a convertirse en una fiesta del «Sí se puede» en los graderíos. Si ayer hubo miedo, qué no sentirán los jugadores del conjunto murciano cuando al filo de las siete de la tarde de este sábado se topen con la ruidosa afición paleña. Hasta en las antenas volverá a haber público. Ya verán.

Temían los pupilos de Onrubia por las palabras de Calderé, en la previa del choque en Burgos. Hasta le tenían bien tomada la matrícula al bueno de Jesule. Sin embargo, lejos de emplearse con dureza, El Palo conquistó los elogios de la grada de la capital de la región vinícola por su fútbol preciosista y eficaz. Balón al primer toque y no rifar el esférico ni cuando mejor lo hace el contrario.

Esa receta dio sus frutos muy pronto: falta ensayada y remate de Ibon Arrieta, por delante de Jonás, para impedir que el meta internacional Cristian lograra atajar. Era el mejor regalo en su 36 cumpleaños para el ariete vasco, que de recorrer media Europa con su calidad técnica atraviesa su segunda juventud en El Palo: 15 goles acumula ya en esta histórica temporada.

La fiesta por esa diana con sabor a presente para Arrieta continuó apenas ocho minutos más tarde, en esta ocasión a raíz de un saque de esquina. Jesule subió a pescar en el área y, en un balón dividido, a la red: 0-2. Demasiado bonito, demasiado fácil. El encuentro entró en una fase de relajación. Por parte de los locales, aturdidos por el doble mazazo; y en las filas visitantes, al pensar que casi todo ya estaba hecho. O dicho. Y no. Quedaba toda la segunda mitad y una vuelta en San Ignacio.

Tras el refresco el choque parecía no cambiar de guión. Pero con el paso de los minutos, no obstante, los murcianos buscaron con algo más de fe los dominios de Loren. Fue entonces cuando el malagueño Borja Cantarutti quiso rememorar las tardes de gran fútbol que su padre brindó en La Rosaleda, antes de que él mismo viniese al mundo.

Pero su diana fue algo así como un espejismo, pese a que luego se reclamó un posible penalti sobre su compañero Nacho. Antes de acercarse la posibilidad del empate, los artilleros de El Palo tuvieron en la recta final varias ocasiones claras para haber vuelto a aumentar la brecha. Y es que al contragolpe, con acciones rápidas que desquiciaron a los zagueros locales, el buen premio de ayer bien pudo haberse convertido en extraordinario.

Sólo otros tres triunfos a domicilio, en las 18 semifinales ­La valiosa victoria que ayer cosechó El Palo en tierras murcianas le allana el camino a una segunda eliminatoria final para ascender a Segunda B -los campeones, aún con la derrota en el primer cruce aspiran a esta segunda oportunidad-. A la espera del duelo entre los filiales del Granada y del Córdoba, previsto para hoy, en las otras 16 semifinales entre los mejores conjuntos de Tercera División, sólo se han registrado este fin de semana tres triunfos a domicilio como el del conjunto malagueño. Venció también en la región murciana el Haro y lo lograron asimismo tanto Laudio como Arenas.