­ Muchas de las más rocambolescas historias de superación que entraña una prueba tan exigente como es el maratón, con sus más de 42 kilómetros, escapan a la luz de los objetivos. Sin embargo, ayer sí que salió a relucir la de un fondista madrileño que hasta hace apenas tres años sólo competía al ajedrez y pesaba más de 150 kilos. David Durán vio cómo al acercarse la línea de meta empezaban a superarle atletas como el veterano Fernando Muñoz, que ya en 2012 competó el recorrido a sus 80 años y confesando que cubre unos 13 kilómetros a diario para seguir en forma. Y bajó peldaños, hasta completar el recorrido en última posición.

A David incluso le adelantó el malagueño Juan Zaragoza. Sí, en efecto, ese corredor que hace un año completaba el peculiar «triplete» de finalizar el último las tres ediciones celebradas: «A ver si alguien se cree que esto no tiene su mérito», confesaba por entonces. Su sucesor, no se mostraba menos satisfecho de cerrar la edición número cuatro, minutos después de las dos de la tarde: «He terminado último -añadía Durán-, pero hace tres años pesaba más de 150 kilos, no podía correr ni trotar más de 45 segundos. Para un gordito como yo no está mal».

De «aquel gordito» apenas quedan ya las fotos. «Para mí lo que he conseguido en esta carrera es la culminación a un año de deporte bastante intenso. Porque he podido completar una carrera de cinco kilómetros, otras cinco de diez, cinco medias maratones y tres maratones, Atenas, Madrid y ésta, aquí en Málaga». Además, logró terminar el duatlón de la Casa de Campo, en la capital de España, y un ironman en tierras californianas. «También he hecho este mismo año la travesía a nado hasta Zarautz e intenté sin conseguirlo, recorrer completo un ironman en Suecia».

Ayer, desde que cruzó la meta el primer clasificado, hubo que esperar 3 horas, 21 minutos y 17 segundos hasta que David detuvo su cronómetro. En concreto finalizó la prueba en la capital costasoleña con un tiempo de 5h38:10. Para él la marca era secundaria. Su verdadero reto era superarse a sí mismo, con un pasado bastante más sedentario y en absoluto exigente con su mantenimiento físico: «Ya he completado cinco maratones en estos últimos años, quién me lo iba a decir a mí».

«Ya ves qué año he tenido. Antes también jugaba al ajedrez, para compensar», bromeaba, al tiempo que expresaba palabras de cariño para quienes, como voluntarios, sobre patines o en bicicleta, le habían acompañado en esta enésima aventura: «Nos han ayudado mucho a los que íbamos en la cola, los últimos clasificados. Tengo que expresar públicamente mi agradecimiento a todos ellos y no me quiero olvidar del resto de los integrantes de la organización. En estos días he disfrutado mucho del cariño de los malagueños. Toda la ciudad de Málaga se merece mi gratitud».

En las últimas posiciones de la clasificación había más y más narraciones en primera persona que merecerían páginas y más páginas. Como la de William, un británico de 69 años que va camino de alcanzar las 20 maratones desde que se jubiló en términos laborales. Porque no se pone fechas en cuanto a lo de «retirarse» de esta «nueva ocupación».

Y qué decir de una madre que con su bebé aún en brazos cubrió los primeros metros de la prueba. Por cierto, la ganadora en las dos anteriores ediciones de esta carrera, la manchega Gemma Arenas tampoco se replanteó la participación en esta cuarta edición de la prueba malagueña cuando a principios de este mismo otoño dio a luz a su segundo hijo. Ayer volvió a dominar la prueba hasta la mitad del trayecto y sólo sucumbió ante dos de las representantes de Etiopía en la segunda parte del recorrido. Acabó tercera y cruzó la línea de meta en compañía de su marido, también destacado fondista. No fue el único matrimonio que quiso simbolizar así su unión: «Hasta que la meta nos separe...».