­La selección de fútbol de la Federación de Estados de Micronesia ha saltado a la fama, y no precisamente para bien, al batir todos los récords negativos de la historia del fútbol internacional. Y lo único que le salvará del escarnio es que las derrotas se han producido durante los Juegos del Pacífico, una competición no reconocida por la FIFA, en la que participan jóvenes sub 23. Las cifras son demoledoras. En los tres partidos de la primera fase han encajado 114 goles a favor y ninguno en contra. Tahití les marcó 30 goles; Fiyi superó la cifra con un 38-0 y ayer redondearon la tragedia con una derrota ante Vanuatu por 46-0.

La fácil división da una idea de lo que significó este último partido: encajar un gol cada dos minutos, incluyendo el tiempo que se tarda en recoger el balón de la portería y reanudar el partido. Los jugadores de Vanuatu, sin embargo, se lo tomaron verdaderamente en serio: en las imágenes que han llegado del torneo, que se celebra en Papúa Nueva Guinea, se ve como éstos ni celebran los goles, sino que corren a reanudar el partido. Al final, el máximo goleador fue Jean Kaltack, autor de 16 de los tantos. La actitud de los jóvenes micronesios es la de perseguir patéticamente el balón detrás de unos rivales que, sin ser nada del otro mundo, sí que se les aprecia unos fundamentos infinitamente mayores.

Hasta ahora, lo más glorioso que había aportado Vanuatu al fútbol era un juez de línea al que Argentina reprochó no señalar fuera de juego en el gol de Amunike que valió el oro la final de los Juegos Olímpicos de 1996, ante la albiceleste, aunque la televisión acabó demostrando que su decisión había sido acertada.

Sigue «liderando» Samoa

Ese carácter extraoficial de los Juegos del Pacífico permitirá a Micronesia no liderar el ranking de los horrores a la mayor paliza encajada que, de esta forma, seguirá en poder de Samoa Americana, que encajó un 31-0 ante Australia en el año 2001, clasificatorio para el Mundial de Japón y Corea de 2002, donde jugadores conocidos como el ex tinerfeñista Aurelio Vidmar se pasearon ante una selección de circunstancias, que, eso sí, aguantó los diez primeros minutos sin encajar ningún gol.

De los errores se aprende y los samoanos han ido mejorando su nivel y, por ejemplo, en la clasificatoria para el Mundial de Brasil saldaron su participación con una victoria, un empate y una derrota.

Los micronesios ya habían participado en unos juegos del Pacífico, con unos resultados mucho más suaves: 52 goles encajados en cuatro partidos en el año 2003.

Tierra de desigualdades

Las mayores desigualdades en el mundo del fútbol han quedado reducidas a tres zonas bastante concretas del planeta balompédico: las islas del Caribe, Oriente Medio pero, sobre todo, Oceanía. Las enormes distancias entre estados, el pequeño tamaño de éstos y su escasa población se combinan con la poca implantación del fútbol a pesar de la inspiración británica de muchos de estos países donde, sin embargo, se ha optado por el rugby como deporte más extendido (países como Tonga, Samoa Occidental o Fiyi ganarían con mucha facilidad a la selección española).

La consecuencia es que en estos países el nivel sigue siendo ínfimo, no sólo en comparación con el resto del mundo, sino entre ellos mismos. Hasta el punto que la FIFA no concede a la OFC ninguna plaza directa para el Mundial, que tienen que jugarse contra un representante de la Concacaf. Más aún: Australia decidió, hace ya años, abandonar la federación oceánica y enrolarse en Asia. A pesar de que la competencia es mucho mayor (Corea, Irán, Japón...), los «aussies» llevan dos presencias mundialistas consecutivas.

Los autores de la masacre, Vanuatu, ni siquiera es una de las selecciones punteras del continente que, aparte de Nueva Zelanda, tiene como principales activos, si se les puede llamar así, a Tahití (aquella a la que España, a medio gas, marcó diez goles en la Copa Confederaciones), las Islas Salomón, Nueva Caledonia o Fiyi. Micronesia pidió en 2012 su ingreso en la FIFA, que aún no se le ha concedido. Asombrosamente, a Micronesia se le señala como mayor victoria de su historia un 7-0 ante las Islas Marianas del Norte.

La Federación de Micronesia ocupa una enorme extensión en el Océano Pacífico y agrupa a más de 600 pequeñas islas con algo más de cien mil habitantes, tutelados por Estados Unidos hasta su plena independencia. En los Juegos Olímpicos suelen enviar varios atletas, ayudados por los programas de fomento del Comité Olímpico Internacional.

«Ha sido niños contra hombres»

El seleccionador, el australiano Stan Foster, decía al acabar el partido que «ha sido un encuentro de niños contra hombres» y lanzaba un deseo que parece poco menos que un atrevimiento: «Hemos jugado contra equipos bien entrenados, espero que la FIFA venga a Micronesia y nos afilie con Asia. Eso nos dará un gran impulso».