Jacinto Rodríguez, de 84 años y con una sonrisa y espíritu que marcan, nos ha contado su historia. Relato -con final feliz- de un náufrago.

¿Cómo se encuentra?

Listo para la regata de mañana. Me encuentro con fuerzas, aunque me duele un poco la pierna, pero en el barco para manejar la rueda ya tengo bastante…

Su mujer dice que no le va a dejar regatear...

Mi mujer no me deja hacer muchas cosas, pero yo procuro hacerlas (risas).

¿Qué recuerda ahora de lo sucedido?

Lo peor: el rato que estuve en el agua, que no sabía si iba a salir o no. Era de noche, al principio no había ningún barco porque los que me estaban buscando estaban a dos millas, puesto que ya me había llevado la corriente: al final acabé a seis millas del sitio en que caí.

¿Intentó nadar buscando tierra?

Yo veía tierra, pero sabía que estaba a 12 millas de distancia y que por tanto no iba a llegar, pero pensaba «mientras el cuerpo aguante hay que ir nadando». Lo que quería era no cansarme, porque estaba seguro de que la solución era que me recogiesen, no que yo llegase a la playa.

¿Cómo se resiste durante la noche tantas horas perdido en el mar?

Con moral; aguantando y no cansándose mucho: nadando despacito y no a crawl o mariposa (risas). Yo aguantaba pensando en que durante el día alguien pasaría por allí. Y entonces vi un velero. Les grité pidiendo auxilio pero no me oían, así que pensé que estarían durmiendo. Luego vi que había muchos barcos buscándome, eso me animaba. Estaba en un paso de barcos y sabía que alguno me cogería, pero al mismo tiempo pensaba en que no aguantaría todo el día en el agua… Sabía que era muy difícil que me viesen, y además yo veía los helicópteros que pasaban pero se volvían a ir.

¿En qué concentraba su mente?

Yo pensaba en sobrevivir y en hacer todo lo que pudiese por ello; ser positivo y pensar en que iba a poder salir y que no me había llegado la hora. A veces creía que no lo iba a poder contar, pero sabía que tenía que aguantar… ¡No había hecho testamento ni nada! ¡No puedo irme así en vacío!... Me encuentro resucitado.

Es, sin duda, una lucha mental…

Sí, porque en ese momento te encuentras mal, cansado, y la ola… Cuando pensaba «voy a aguantar», venia una ola y ¡paf!, me pegaba. Cuando me cogieron le pregunté al hombre del helicóptero qué hora era: las 9:30h. El reloj no se había parado. Pesaba, pero no me lo quité para que identificasen cuando me cogiesen.