El mundo del pádel está en pie de guerra. El anuncio del pasado jueves sobre la cancelación del Campeonato del Mundo Open de Pádel que se iba a celebrar en Málaga entre el 9 y el 15 de noviembre ha abierto una herida que posiblemente nunca estuvo cerrada y son muchas las voces discordantes que se han manifestado tras el paso al frente de la organización del evento, llevada a cabo por la empresa Madison, perteneciente a Padel Pro Tour.

La respuesta ha llegado de todos los frentes, desde la Federación Internacional de Pádel (FIP), hasta la Federación Española (FEP) e incluso los propios jugadores, que han mostrado su malestar entre bambalinas, sin pronunciarse de momento de manera pública, pero con una clara posición.

Los primeros en mover ficha han sido la FIP, que a través de un extenso comunicado han criticado la medida tomada por los organizadores del Campeonato del Mundo Open de Pádel de cancelar el evento por la falta de jugadores de nombre para disputarlo, algo que aseguran no es ni legal ni ético. Es más, desde el máximo organismo del pádel internacional se intenta reconducir la situación y luchan estos días porque finalmente se dispute el evento en tierras malagueñas. El organismo federativo internacional afirma desde el ente que preside Daniel Patti que están realizando «todas las gestiones posibles con el fin de intentar salvaguardar el compromiso que se asumió con atletas de todo el mundo, afiliados a sus Federaciones Nacionales, con las propias Federaciones, y todo el núcleo de interesados que han hecho un gran esfuerzo apoyando el torneo desde las diferentes áreas», y que esperan en las próximas horas «lanzar un comunicado definitivo, en el cual confirmaremos si se hace 100% efectiva la suspensión del torneo, o si encontramos una solución».

Pero el problema tiene un fondo más profundo. Y aunque desde la organización del Mundial se achacaba a discrepancias económicas con los jugadores, lo cierto es que la gestión del evento ha tenido sus puntos oscuros y viene de largo, donde muchos jugadores de primer nivel no quieren competir bajo el sello del Padel Pro Tour. En Málaga, la primera oferta de la organización era de 35.000 euros en premios para el cuadro masculino -lejos de los 70.000 euros que entraña una prueba de World Padel Tour-. Las negociaciones finalmente alcanzaron los esperados 70.000 euros.

El cuadro femenino, sin embargo, sí ha vivido otra realidad diferente ya que para ellas los premios se reducían a 15.00o euros. En una primera negociación solicitaron incrementar el «botín». Y aunque encontraron un «no» por respuesta, se inscribieron en el Mundial. Sin embargo, tras la subida de premios al cuadro masculino, la nueva negociación volvió a dejar en una situación comprometida a las féminas, que finalmente declinaron jugar al sentirse utilizadas y maltratadas.

La cancelación del evento deja a patrocinadores, organismos y clubes en la estacada. Pese a que el FIP luchará por intentar reconducir la situación estos días, el tiempo juega en su contra y la polémica ya ha salpicado con dureza al mundo del pádel.

Una de las estrellas de este deporte emergente es la malagueña Carolina Navarro, que ya se alzó como campeona de este Mundial Open en 2012. La palista se mostró consternada y dolida con la cancelación del torneo, que iba a disputar en casa. «Me da mucha pena porque para mí era muy importante la disputa del Mundial en Málaga y un sueño hecho realidad. Es un palo grande, un jarro de agua fría y una mala noticia también para el pádel y el deporte», admitió ayer Navarro a este periódico.