Los cánticos que escuchó Rafael Benítez cuando el árbitro David Fernández Borbalán pitó el camino hacia los vestuarios fueron sintomáticos del resumen del clásico. Muchos pidieron la dimisión del entrenador del Real Madrid después de una primera parte aciaga para los blancos y el técnico del conjunto blanco, después de una semana llena de conjeturas, fue el gran derrotado del duelo. Así ha sido el partido.

Todo lo que rodea al clásico se magnífica. Y cuando uno de los dos equipos ha mostrado alguna debilidad a lo largo de la temporada, puede acabar grogui si llega una derrota contundente. Y todo parecía encaminado, después de lo ocurrido a lo largo de los últimos siete días, que eso le podía ocurrir a Benítez.

La presencia de Casemiro en el centro del campo para sujetar el impulso de los jugadores del Barcelona, o la apuesta por colocar a James Rodríguez desde el inicio después de decir tras el partido ante el Sevilla que aún no estaba listo, iba a generar una decisión que iba a ser o bien populista para satisfacer al público o bien práctica para confiar en su apuesta personal.

Al final, Benítez apostó por colocar al colombiano en el centro del campo junto a Toni Kroos y Luka Modric. Y, por delante, junto a Cristiano Ronaldo y Gareth Bale, a Karim Benzema, otro jugador que presentaba muchas dudas antes de comenzar el encuentro.

Mientras que James cogió algo de ritmo después de jugar unos minutos en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán y de disputar dos partidos internacionales con Colombia, el francés, recién salido de una lesión que le ha dejado fuera de juego durante varias jornadas, no tenía mucha pinta de estar al cien por ciento físicamente.

Además, mentalmente podía estar afectado por "el caso Valbuena", todavía sin resolver y muy presente en los medios de comunicación constantemente. Pero pese a ello, Benítez apostó por la alineación que tal vez el público deseaba ver, pero que tenía un peligro enorme para sus intereses.

Si hubiera salido bien la jugada, habría sido muy aplaudido. Pero salió mal. Aunque tal vez hubiese sido peor si la derrota hubiese llegado con Casemiro sobre el campo. La humillación del 0-4 con el brasileño sobre el campo habría señalado el conservadurismo del técnico blanco.

Perder señalaba a Benítez de cualquier manera. Sin embargo, pocos imaginaban que ya en el descanso y luego tras el partido, los focos iban a apuntar a un entrenador señalado por su público cuando no se ha llegado ni al ecuador de la temporada.

Benítez, que tal vez se traicionó su idea dejando a Casemiro en el banquillo, fue uno de los culpables de una derrota de escándalo, pero tampoco hay que olvidar que los jugadores también juegan.

Danilo es un fantasma de lo que mostró en el Oporto; Modric y Kroos hace tiempo que no están a su mejor nivel; Cristiano ya no resuelve como antes; De Bale no hay noticias; Benzema y James necesitan algo más de tiempo para volver; Sergio Ramos no está; Marcelo tampoco.

Todos mal. Pero Benítez, al final fue el gran derrotado. Y el gran señalado. Sin embargo, no estuvo solo. Por primera vez en mucho tiempo, se escuchó un cántico inesperado: "Florentino, dimisión". El proyecto de Benítez se tambalea.