La violencia no distingue en el fútbol de categorías y se produce a menudo en el escenario más insospechado. El último episodio violento en balompié base gallego ocurrió este domingo en el campo de As Cercas (Pontevedra), en un partido de la Liga Autonómica juvenil entre el Gondomar y el Guardés, con la agresión del padre de uno de los jugadores al entrenador de su propio equipo por sustituir a su hijo antes del descanso.

El técnico del Gondomar, Emilio José Rodríguez Campos, conocido en los banquillos como Romario, recibió varios puñetazos del padre de uno de sus futbolistas, que responde a la iniciales P.P., y tuvo que ser atendido en un centro médico de Porriño de una contusión en el pómulo y visión borrosa en un ojo como consecuencia de los golpes recibidos. La rápida intervención de varios directivos del Gondomar, entre ellos su presidente, José Manuel Blanco, que también se llevó algún golpe en el tumulto, evitó que la agresión pasara a mayores.

El agresor abandonó el campo sin ser identificado. El técnico puso los hechos en conocimiento de Policía Local y hoy formalizará la correspondiente denuncia ante la Guardia Civil, que se ha hecho cargo del caso. El Gondomar, mientras, ha expulsado al padre y al chico de forma "fulminante e irrevocable".

El relato de Romario es por sí mismo revelador. "Estábamos jugando mal y, en el minuto 30 de la primera parte, decidimos cambiar a uno de los jugadores que andaba un tanto despistado. En ese momento le comenté a mi preparador físico: 'Huy huy, el padre de P. nos la está liando'; luego, en el descanso, cuando nos dirigíamos al vestuario, el hombre se acercó a la valla de acceso gritando insultos y lanzando amenazas e intentó abrir la puerta para acceder al vestuario", relata Emilio José a FARO. "Mi reacción fue arrimar la puerta y decirle: 'Vete de aquí que le estás haciendo un flaco favor a tu hijo'. Cuando salimos, la valla estaba abierta y, antes de darme cuenta, me encasquilló un puñetazo. Logró darme en el pómulo, cerca del ojo, pero enseguida llegaron los directivos del Gondomar y se metieron en medio.", precisa.

El siguiente paso fue poner los hechos en conocimiento de la Policía Local para que identificase al agresor, que había abandonado del campo. Una vez realizado el trámite, Romario se trasladó a un centro médico de Porriño, donde fue atendido de sus lesiones. Hoy formalizará la denuncia por la agresión ante la Guardia Civil.

El técnico agredido lamenta el incidente "sobre todo por el chico, que debe estar avergonzado", pero considera "importante" denunciar la agresión "porque es necesario erradicar este tipo de comportamientos violentos del fútbol base".

Romario reconoce que no es habitual que un padre agreda al entrenador de su propio equipo, aunque sí escuchar "protestas " e "insultos" de los progenitores de los chavales. "Más que los golpes duele que mis padres, que a veces están en la grada, escuchen cómo te insultan y amenazan. Me preocupa mucho el lamentable espectáculo que estamos dando a los niños, tan alejado de los valores que tiene que transmitir este deporte", subraya. En estos mismos términos se expresa el presidente del Gondomar, José Manuel Blanco Lourido. El dirigente corrobora el relato de la agresión a su técnico y anuncia que, nada más producirse los hechos, la directiva del club decidió la expulsión del jugador y de su padre del club de forma "fulminante e irrevocable". "Lo sentimos en el alma por el chico, que en el fondo no tiene la culpa, pero en el club no podemos ni vamos a consentir semejantes actitudes. Simplemente no vamos a tolerarlas", afirma Blanco, que rechaza la posibilidad de expulsar únicamente al agresor. "Podríamos impedirle la entrada en nuestro campo pero no en la de los equipos con los que juguemos fuera. La decisión de la junta ha sido unánime y es firme. No hay vuelta de hoja", asegura.