¿Fuma?

Fumaba antes de hacer deporte. Practiqué patinaje artístico hasta los 16 años, y después estuve diez sin hacer deporte, de persona normal. Me cambió un poco la vida y volví a cuidarme.

Profesional a los 32, cuando otros se retiran.

Me ha venido perfecto, porque no me he privado de nada. A mi edad, tengo las cosas bastante claras. Nunca pensé que dejaría el trabajo, pero tampoco he tirado mi vida por la borda porque he pedido una excedencia.

¿Siente que ha perdido una parte de su vida?

Para nada, no cambiaría lo que he hecho. Empecé con carreras populares y me volví a enganchar. Soy competitiva desde pequeña y lo llevo dentro. Me he sacado la espina, porque cada año he mejorado.

¿Algún día correrán juntos hombres y mujeres?

Ojalá, pero no creo. En el ciclismo hay tal abismo que no sé cuántos años tendrían que pasar para lograrlo. Las etapas de hombres son demasiado largas, solo aprietan al final, y nosotras podríamos aguantar más. También es abismal la diferencia de remuneraciones.

Dicen que las pruebas populares no sirven para nada.

Es una manera de empezar y de aficionarte, yo lo hice. Hoy me sirven de entrenamiento y para encontrarme con gente a la que no veo desde hace tiempo. Pasé de las carreras populares a distancias más cortas en pista, 800 o 1.500.

Hay que tener muy buena salud para desperdiciarla haciendo deporte.

A nuestro nivel brutal, el deporte es un castigo para el cuerpo, pero no lo hacemos por salud sino por competición. A mí me gusta estar lo más adelante posible.

¿Tiene ídolos?

Me entusiasmaba Rafa Nadal por su espíritu de sacrificio. Lo he seguido con una amiga por Madrid y Barcelona. Hoy sé quién me gusta, pero no tengo modelos.

¿Y los hijos?

Ahora estoy enfocada a la competición, y un hijo significaría parar todo lo que he logrado. Son nueve meses, y me costaría recuperarme. Tal vez más adelante, pero no me obsesiona.

De usted puedo decir que tiene unas piernas potentes sin que me llamen machista.

Tengo fuerza en las piernas, pero sobre todo una gran capacidad pulmonar en la prueba de esfuerzo, que mide tus límites. Me gustaría no estar tan musculada, por el efecto estético, o tener más pecho. Pero quiero estar delgada y de la mejor manera para lo que hago.

Entre las mujeres también hay dopaje.

Es muy delicado. No me gustaría que lo dijeran de mí, por lo que no señalo a nadie. Hay dopaje, pero está más controlado. Como hay poco dinero en juego, no debe haber tantos manejos. Te preguntas qué pasaría si lo hicieras, pero ni lo pienso. No me va la vida en esto.

Mis expertos dicen que no han visto nada igual.

No hay ninguna mujer que haga las dos cosas a la vez. Este año he sido tercera del mundo en duatlón, campeona de España de ciclismo y decimosexta en el Giro.

Hay que machacar al rival, como en una empresa.

Quiero mejorar, no derrotar. No me conformo con igualar mis resultados, aspiro a subirlos. He empezado muy tarde, pero tengo margen de superación. No había montado en bicicleta cuando hice mi primer duatlón, mi hermano me prestó la suya.

¿Profesional significa como un futbolista?

No hay comparación, con el mundial de duatlón gané seis mil euros. Tengo un contrato con el Bizkaia-Durango en ciclismo y ahora con un equipo francés de duatlón. Todo el mundo está dispuesto a darte material, el dinero es más difícil.

Corre riendo, es insultante.

Disimulo, porque lo paso muy mal. Sinceramente, no sé de dónde saco fuerzas. Me retiré una vez y dije que nunca más, que acabaría siempre aunque sea poco a poco.

A una niña que se lo está pensando.

Siempre hay un deporte apropiado para que disfrute. Una niña que empezó en patinaje se rompió las muñecas el primer día, y es una crack en piragua. Todas las cosas de la vida están relacionadas con el deporte.