Michele Scarponi. Las primeras palabras deben ser para él. Este sábado salió a las 8.00 horas de la mañana para entrenar con su bicicleta y ahora está muerto. "Una tragedia demasiado grande para embridarla en palabras", escribió el Astana, equipo para el que corría uno de los ciclistas más estimados dentro del pelotón profesional. Arrollado por un camión, una vez más, la fragilidad de las dos ruedas puesta de relieve. Los 37 años de un padre de familia, rotos como un cristal, obligan a recordar que una distancia de 1,5 metros al adelantar salva vidas.

Empezó la I Subida al Alto de la Bolina, prueba organizada por el club Triple Plateros Málaga y bajo el paraguas de la Federación Andaluza de Ciclismo de esta manera, con un sentido minuto de silencio en honor al corredor transalpino. Bandera italiana al ristre y aplausos por parte de los casi 200 inscritos que se dieron cita en esta prueba, que se estrenó este domingo dentro del mapa de las carreras que se distribuyen por la provincia.

El cronómetro se paró en 46:01. Es el tiempo que ha necesitado Carmelo Urbano (Sub-23) para finiquitar la subida de 20 kilómetros entre el punto de salida en la Cala del Moral y la línea de meta trazada en la Venta Galwey, coronando el Alto de la Bolina. En la segunda prueba puntuable para el circuito provincial de Málaga, quedó por delante de José Fernando Jiménez (Master 30), que completó la subida en 46:18 minutos, y José Manuel Ortega (Master 30), quien cerró el podium en 46:30 minutos. En la categoría de féminas, María de los Ángeles Medina se hizo con los laureles, completando el recorrido en 57:40 minutos.

Con un desnivel acumulado de unos 900 metros, empezó la prueba disparando desde el gatillo, sin apenas tiempo para calentar las piernas, en la subida de Totalán. Rampas con una pendiente hasta el 14% dibujaron el ascenso hasta llegar al núcleo de Olías. Con el pelotón ya diseminado, esperaba el hueso duro de la carrera en actitud desafiante y cuasi burlona: el mítico muro de Olías. Amado y temido por igual, puso a cada uno en su sitio y fue, también, el tramo que más público congregó.

En general, la tónica de la carrera, salvo un pequeño retraso al inicio, ajeno a la organización, fue muy positiva. El temporal que ha ido azotando a lo largo de toda la semana plegó velas cuando más se necesitaba y los participantes pudieron disfrutar de unas condiciones óptimas para la práctica del ciclismo. La prueba concluyó con la entrega de trofeos y un pequeño piscolabis en la Venta Galwey. Y Michele sonriendo desde el cielo.