La altura otorga otra perspectiva para verlo todo. Así que desde una Sierra Nevada donde por fin ha llegado la primavera, Luis Ángel Maté se concentra para pensar en sus siguientes objetivos. No han sido días buenos para el ciclista marbellí por la pérdida de un gran amigo como Michele Scarponi, pero toca seguir adelante y terminar la puesta a punto.

Maté completó por fin un bloque de competiciones sin contratiempos entre País Vasco y las Ardenas. En la cita vasca, además, tuvo su cuota de protagonismo con una fuga en la segunda etapa: «Había trabajado mucho en casa, pero no tenía ninguna chispa y sobre todo en la Itzulia he podido cogerla. Llegaba además muy a contracorriente, porque la gente ya está rodada en abril y yo venía de cero, así que me costaba. Por tanto debo quedarme con lo positivo, y sobre todo acumular días de competición que le den un plus a mi condición física», arguye Luis.

De hecho, en las clásicas la situación ya era otra: «Me encontraba mejor, más hecho. En Brabantse y sobre todo en Flecha Valona, donde noté que ya tenía otro tono en las piernas». Pero en Lieja no estaba: «Simplemente no estaba bien. Con la desgracia de Scarponi ni siquiera dormí. Mentalmente estaba fuera de la carrera, sólo pensaba en él y en su familia».