Cloroformo contra la crisis. El Unicaja recuperó su versión más digna y, como si no hubiera pasado el tiempo, volvieron los aplausos al Carpena, se vitoreó el ´I will survive´, la gente se divirtió, el equipo se lo tomó en serio y todos, por fin, nos fuimos más o menos contentos a casa. No por el espectáculo ni por la calidad del partido, sino por el mero hecho de haber ganado, evitando así un nuevo bochorno, otra rebelión en masa.

Ganar, tal y como está la cosa, es lo más importante en estos momentos. Y se logró, con destacada y amplia claridad, en el partido más plácido de la temporada. El Unicaja fue capaz de frenar el mal rollito que se había generado durante toda la semana, amasado por la eliminación europea, las declaraciones de unos y otros y la enésima debacle, en Alicante.

Justo cuando más falta hacía, el equipo fue capaz de firmar una actuación solvente. Sin hacer nada del otro mundo, con una salida a pista muy positiva, las cosas fueron por el mejor de los caminos. El ambiente casi bélico de la previa se transformó en un cuento de Disney para una plantilla que, de forma fascinante e inverosímil, se olvidó de cuentos chinos como la presión y otras estupideces.

La presión, queridos jugadores, os la ponéis vosotros mismos con esos inicios de partidos tan lamentables de los últimos tiempos. Y ahí están los vídeos del CSKA o del Meridiano y de tantos y tantos otros. Con un poquito de profesionalidad, sólo eso, muchachos, el Carpena enseguida os arropa y os da calor. Como si fuerais pequeñines que se van a la cama a las nueve de la noche y piden el beso paterno y la historieta de los Tres Cerditos antes de poder conciliar el sueño.

La afición, los pocos –7.100– que se acercaron ayer al Carpena –otra vez una malísima entrada– demostraron que no vienen al básket con una actitud predeterminada de dar por saco y acordarse de la madre ni del padre de nadie. Todo lo contrario. La gente viene a divertirse. Sólo que, si ven que se ríen de ella, pues montan un cirio. Lo más normal del mundo, vamos. Si no, esto no sería deporte. Y el Unicaja, aunque a veces parezca lo contrario, todavía no es una ONG.

El Xacobeo Blu:sens dio, todo hay que decirlo, todas las facilidades del mundo. Es como si usted va mañana al banco y, en estos tiempos de crisis que corren, ni le piden ni contrato fijo o un aval para solicitar un crédito. Los amigos de Santiago de Compostela, los que nos pintaron la cara en Galicia en la primera vuelta, se rindieron antes casi de salir a pista. Sólo un dato. Valoración cajista al descanso 66. Del Xacobeo, 9.

Los tres millones de presupuesto del Obradoiro, casi la misma cantidad que se ha gastado el Unicaja este año en pagar cláusulas de rescisión y fichar a ´temporales´, a veces dan para arrollarte y otras, como ayer, para que te aten en la vía del tren con el AVE a punto de pasar a 250 kilómetros por hora.

Frente a un rival inexistente, ante su incomparecencia, el Unicaja jugó a placer. Cook ya llevaba ocho asistencias en el intermedio. Fueron los costasoleños siempre por delante en el marcador, gracias a un actitud intachable esta vez, una agresiva defensa y a unas rápidas transiciones.

La salida a pista, con 9-0 a favor, pronto se transformó en una renta de 20 puntos (36-16, min.15) y llegó a los 30 ya en el tercer parcial (66-36, min. 29). Hasta Dowdell parecía un jugador decente para el Unicaja. Mucho más, cuando se retiró tocado en el tobillo derecho. Y es que en esta campaña, si no has sufrido alguna lesión, no eres digno de jugar en este equipo. ¿Verdad, Aíto?

Nadie tuvo que apretarse la corbata en el palco, y las dos pancartas que salieron en el graderío antes del choque ("Las peñas hoy y siempre con el equipo" y "Directiva dimisión") fueron rápidamente engullidas por una fabulosa bandera con los colores verde y morado de Málaga.

Éste, qué duda cabe, es el camino. A partir de ahora, Aíto y su equipo de trabajo tendrán una larga semana para preparar cada encuentro liguero. Aunque me apuesto una cena que algún lince se queja ahora porque el equipo puede perder ritmo de competición, seguro que a los verdes les viene bien esa calma chicha, la tranquilidad que les va a dar la competición. Y el Gran Canaria palmó ayer.