Esta película ya la he visto yo antes. Lo que pasa es que en la pista del colista de la ACB todavía duele mucho más el desenlace final. El Unicaja, que ganaba 60-67 a 5.40 del final, dejó escapar en Alicante un triunfo que olía a Copa del Rey y que ahora obligará a los verdes a no fallar en las próximas entregas ligueras. Es lo que tiene no ser constante, no matar a tu rival cuando está tambaleándose y jugar al baloncesto sólo a ratitos y con el freno de mano echado.

La verdad es que fue un desenlace de partido muy raro. Aíto es un monstruo. Discutir una sola de sus decisiones es un ejercicio de osadía para cualquier plumilla como servidor. Sus títulos y su experiencia le avalan. Pero olvidarse de Freeland, el mejor jugador del equipo, autor de 16 puntos en 15 minutos, engullido en el medio del banquillo cajista del Centro de Tecnificación en los minutos de la verdad, no tiene explicación. Ni para mí ni supongo que para el resto de los mortales.

Reneses lo sentó cuando cometió la cuarta falta a 2.11 del final del tercer cuarto. Cuando el británico llegó al banquillo hubo un intercambio de palabras entre técnico y jugador. No parecieron subidas de tono, pero Joel no volvió a aparecer por el parqué. Y falta hizo. Mucha. Guille Rubio y Archibald se repartieron todos los minutos de lo que quedaba del tercer parcial y del último cuarto. Doellman, Rancik, el Meridiano y Alicante entero se lo agradecieron.

Las cuatro esquinas del Centro de Tecnificación de Alicante rezuman básket con sabor añejo. En esta misma pista, no hace mucho tiempo, el Etosa y el Unicaja disputaron un play off por el título al mejor de cinco partidos que se decidió en la última entrega. Aquella serie de la 2004/2005 pudo cambiar la historia. Si el Unicaja no hubiera remontado el 0-2 a favor de los de Alicante, ellos hubieran jugado aquellas semifinales de la Liga y el Unicaja habría perdido su plaza en la Euroliga del año siguiente. Sin esos méritos no habría llegado luego el trienio europeo ni tampoco ahora la ´Licencia A´. O sea, todo sería ahora muy distinto. Afortunadamente, el equipo remontó, ganó al final 3-2 y se metió en semifinales, su sitio natural.

Ahora, cinco años después de aquello, la realidad es es otra muy distinta. El Unicaja sigue siendo un aspirante a grande. Quizás no tanto como apuntaba en aquella época (había ganado la Copa de Zaragoza tres meses antes y le faltaban otros 12 más para ser campeón de Liga), pero sigue instalado en el Top 4 de la ACB de manera habitual y se maneja con soltura por la Euroliga, al menos hasta que llega el Top 16.

El rival, sin embargo, navega por el fondo de la clasificación de la ACB. Le ha dado tiempo en este lustro a descender a la LEB Oro y volver a ascender a la elite, pero está lejos, muy lejos, del glamour de aquella época dorada con Nacho Rodríguez, Alain Digbeu, Quincy Lewis o Larry Lewis en el equipo.

El Unicaja tenía ayer un partido trampa. Ganar al colista de la ACB no le hubiera dado hoy ni pizca de gloria. Era lo normal. Sobre todo, menos de 72 horas después de demostrar a Europa entera que al sur del continente hay un equipo que está dispuesto a hacer de su cancha un fortín y a codearse con la elite del básket continental. Tras semejante exhibición, era obligado ganar también en Alicante. Pero el equipo hizo de lo normal, lo anormal. Perdió. Y es difícil de explicar.

El camino hacia la Copa del Rey se enturbia ahora un poquito más. Quedan seis jornadas más para acabar la primera vuelta de la Liga y con 6 victorias en la buchaca harán falta casi seguro tres más.

El partido amenazó ruina en el arranque ( 22-11). El Unicaja supo aguantar el chaparrón. Tuvo una ventaja fugaz (24-25) en el segundo cuarto y alcanzó el intermedio con todo por decidirse, 37-33. El tercer parcial tuvo el mismo guión. Ellos siempre estuvieron por delante, pero con distancias mínimas. El Unicaja le tomó la matrícula al Meridiano, que parecía acongojarse por momentos.

El arranque del último parcial ofreció lo mejor de los de Aíto (55-62 y 60-67). Pero con todo de cara, llegó la debacle. Otra inexplicable pájara guiada desde el banco por esa rotación inexplicable.

Lo peorPoca continuidad

El Unicaja quiso ganar ayer en Alicante sin poner todo lo que tiene sobre el parqué. Y si no juegas a tope en la ACB no ganas ni al colista. Ayer es un buen ejemplo. Los verdes encararon el partido sin tensión ni acierto ni defensa. Mejoraron lo suficiente para igualar el partido, apretaron los dientes cinco minutitos para soñar con el triunfo (60-67), pero encajaron un 20-5 en los cinco minutos y medio finales que acabaron con sus opciones.

Lo mejorJoel Freeland

Las faltas personales fueron su único lunar en una mañana casi perfecta. Hizo 16 puntos en 15 minutos, resultó imparable para la defensa alicantina y demostró que va a más con el paso de los partidos. Es muy solvente en ataque y un lujo para el juego interior costasoleño. De ‘4’, como quieren algunos, o de ‘5’ como lo ve Aíto. La lástima es que no jugara ni un segundo en todo el último cuarto, cuando estaba todo por decidirse.