evisando el recorrido que llevo desde que esta casa me cedió un espacio en sus páginas cada martes, y estando próximo el cambio de año, hay cosas que me rondan la cabeza respecto al baloncesto y que me gustaría expresar llegado este momento, en el esprint final del mes de diciembre.

No me gusta que haya en nuestro deporte jugadores de los denominados de relleno, llegando a tal punto que en la práctica tengan sitio sólo y exclusivamente en las plantillas por el hecho de ser españoles (obvio nombres por no herir susceptibilidades y dejarme alguno atrás).

Los partidos intrascendentes en algunas competiciones sobran, sea en la NBA, la Euroliga o cuando sea, si no hay posibilidades de ampliar el negocio, tal vez sea mejor trabajar con un entorno conocido y cercano que mermar la calidad.

Aunque es aplicable a cualquier deporte, me parece de locos que uno de aspectos a destacar de algunos equipos sea que «atienden los pagos religiosamente», ¿alguien tendría un negocio con gente que no paga?

Me resulta muy preocupante que el enunciado ´Ley Concursal´ vaya siendo demasiado familiar en nuestro deporte, mientras los dirigentes sólo tienen como objetivo minimizar lo que hace el de la competición de enfrente.

Me pregunto si no sería más productivo enseñar a los niños a jugar al margen de la política resultadista, en lugar de emplear recursos en buscar pasaportes de conveniencia para subsaharianos de edad dudosa porque miden más de dos metros.

Me niego hablar de árbitros y me aburre oír hablar de ellos, plantearse intencionalidad en los errores merece un control de alcoholemia, y además resulta artificial. Si sueltas a once chicos y un balón en una cancha, seguro que harán cambios, ninguno pitará.

Estoy impacientándome esperando ver alguna innovación táctica novedosa. No me gusta ver como es el entrenador visitante el que se saca un conejo de la chistera y sorprende a todos, como Svetislav Pesic con la defensa de Pietrus a McIntyre.

No me gusta que alrededor del Unicaja haya dudas sobre ir a la Copa del Rey, habiendo tenido tan a la mano meterse entre los de arriba. Me desespera ver al equipo instalado en la clase media-baja de la ACB, siendo incapaz de atrapar a los tres de cabeza, mucho más teniendo en cuenta que el Caja Laboral está a sólo dos victorias desde hace ya tres jornadas.

Si hago memoria, sólo el Real Madrid me ha parecido un equipo superior a los de Aíto. Por eso, pensar que también se ha caído ante Fuenlabrada, Bilbao, Estudiantes, Alicante y Valencia…

No me tranquiliza que la plantilla ya haya llegado a dieciséis jugadores, y que aún no se tenga claro si hace falta un ´2´, un ´3´, un ´4´ o un ´5´. Que no se sepa que es más necesario (gracias, Blakney) para ´cuadrar´ el plantel.

Me parece un acto de inmadurez que la afición se caliente y todo lo que se le ocurra hacer sea desertar del pabellón, cuando quedan minutos y posibilidades para remontar el partido, teniendo en cuenta que soy abonado desde el año 1980, que pago tres abonos y que también me toca aguantar la caravana al salir cuando voy a comer con mis amigos.

Todo esto me pone a disgusto, sobre todo porque el baloncesto me resulta vital, pero sobre todo, odio quedarme con la sensación de que con lo que tenemos en Málaga, se puede hacer mucho más. Las cosas que no son ´arreglables´ aquí tienen otro cariz.