Chus Mateo y «cía» regalaron ayer a su gente un final de año 2011 tan espectacular como ilusionante. El equipo verde, en un partido en el que estuvo más «pa allá que pa acá» (18-9, 44-35...) supo aguantar el tirón y esperar su oportunidad para rematar a un Cajasol brillante, pero incapaz de oponer resistencia 40 minutos al tercer mejor equipo de la Liga Endesa €en números y en baloncesto­€.

Decía el gran Juan Gómez «Juanito» que 90 minutos en el Bernabéu son «molto longos». Yo me apropio de su idea para asegurar que jugarle 40 minutos a este Unicaja de tú a tú también se hace muy largo. El Cajasol había aniquilado uno tras uno a todos los visitantes de San Pablo (Barcelona, entre ellos). Sólo el «Fuenla», en un partido raro, decidido en una prórroga, había salido vivo de Sevilla. Los de Plaza se jugaban ayer el pase a la Copa, llenaron su pabellón, estrenaron videomarcador, hicieron del partido una fiesta... pero el Unicaja mostró sus galones y aguó su fin de año. Esto es lo que hay... mi «arma».

A nadie se le escapa, además, que el derbi contra los sevillanos no es un partido más. El duelo de Cajas andaluzas sobrepasa lo deportivo y llega a lo institucional. Por eso, el triunfo de anoche cobra todavía hoy más importancia en el entorno de un Unicaja que sí tomará las uvas el día de Nochevieja con suma felicidad y si acaso la duda razonable de saber dónde está realmente el techo de un equipo fabricado en verano con menos dinero que nunca, pero que está más arriba en la clasificación que casi siempre. Y es que cuando las cosas se hacen bien...

Fue un triunfo de orgullo, de casta, de saber estar. Hay veces que ganas un partido por el chispazo de clase de alguno de tus jugadores... no fue el caso. Otras veces es a través de la defensa... tampoco fue el caso. Otras veces, porque el rival tira la toalla o porque se queda sin gasolina... pero en este caso el Cajasol murió ayer con las botas puestas y dio guerra hasta el bocinazo final. ¿Por qué se ganó entonces? Muy sencillo: por trabajo, trabajo y más trabajo. Siempre que el rival amenazó con romper el partido, el equipo verde resurgió con un par de chispazos en ataque y un par de buenas defensas. El equipo de Mateo fue minando la moral del rival hasta el punto de desesperarlo. Y no es ni el primer partido ni el primer enemigo que acaba superado de la misma manera.

Dentro del buen nivel general, hay nombres propios a destacar. Valters fue fundamental anoche, en su regreso tras la lesión. Aportó su genial muñeca con cinco triples que sirvieron para rescatar al equipo en los malos momentos y para sentenciar al rival a 1.40 (64-68). Eso sí, se jugó una «bomba» con el partido en el bolsillo que debería haber evitado, pero él es así (para lo bueno y para lo malo).

Otro que se salió fue Freeland. El británico estuvo errático en la primera parte, pero tras el descanso se transformó para convertirse en el dueño y señor de la pintura. Supo leer muy bien el partido y se fue hasta los 28 de valoración.

Mark Payne es otro descubrimiento. Ha llegado de rebote al equipo, pero cada día aporta más. Bien en ataque, bien en defensa y sólido para meter dos tiros libres a 20 segundos para los que ya no hubo respuesta local.

Y no me quiero olvidar de Jorge Garbajosa. El de Torrejón estuvo sobresaliente. El mal partido de Zoric le hizo estar en pista 28 minutos en los que dio una nueva lección de saber jugar en beneficio del colectivo. Su defensa de anticipación a Davis fue de manual. Lástima que le cuesta tanto anotar de tres (1/6), porque el resto lo borda.

La victoria a la vera de la Giralda coloca a los de Mateo ya como equipo de Copa del Rey de forma matemática. El pase era virtual, pero con 10 victorias ya es imposible que ocho equipos más alcancen semejante registro. Ahora lo que queda a tiro de piedra es ser cabeza de serie en el sorteo de enero. Es más, aunque el Real Madrid gane hoy en Badalona, la próxima semana hay un Madrid-Barça que a lo mejor pone a los de Los Guindos segundos en la tabla (si los verdes ganan en el Carpena al Bilbao) con sólo tres jornadas más para el final de la primera vuelta. ¿Se acuerdan de lo que pasaba hace ahora justo un año con Aíto en el banquillo?... Sin comentarios.

¿El partido? Pues estuvo bastante bien. Hubo intensidad, alternancia, momentos de buen baloncesto, emoción, competitividad... El Unicaja empezó «empanado» y casi regaló un primer cuarto en el que el Cajasol fue mucho mejor. Sin rebote ni acierto en el tiro, el equipo de Plaza seguro que se lo creyó.

Mateo encontró ayer en el banco la panacea a sus problemas. Valters, Payne y Garbajosa le dieron lo que Rowland, Peric y Zoric no fueron capaces. Con la segunda unidad, el equipo verde dejó el partido igualado al descanso (37-35). Tras el intermedio se repitió la historia. El tercer cuarto fue casi un calco del arranque del partido. El Cajasol se lo volvió a creer con rentas que rozaron los 10 a favor... pero a la hora de la verdad, cuando los hombres juegan y los niños miran, el equipo cajista fue un ciclón ante el que el Cajasol nada pudo hacer.

Se acaba un 2011 lamentable en casi todo, pero que para el Unicaja ha supuesto el inicio de una nueva era que cada día que pasa apunta más alto. Sólo hace falta ahora que los indecisos se suban a este caballo ganador. El equipo y el Carpena les están esperando.