­­Impotencia, rabia y decepción. Desde el primer jugador del equipo al último miembro del cuerpo técnico. Las horas posteriores a la derrota del Unicaja ante el Banca Cívica estuvieron marcadas por la frustración que vivió el equipo verde por su inesperada eliminación copera.

Nadie en el entorno cajista esperaba una actuación tan pobre ante el rival sevillano, que siempre estuvo por delante y no dio ninguna opción de pasar a semifinales al favorito Unicaja. El presidente, Eduardo García, y el resto de dirigentes, además del director deportivo, Manolo Rubia, aguantaron el tipo como pudieron, pero la decepción fue monumental para todos.

Especialmente palpable fue en el vestuario cajista, que fue poco menos que un funeral. Mientras los tres entrenadores se reunían en la sala habilitada para los técnicos, las caras de los jugadores eran un poema. Entre la desazón general destacaron las lágrimas de Joel Freeland. El hombre franquicia del equipo cajista fue incapaz de contener el llanto tras la derrota. El británico fue el mejor jugador verde del partido y llegó hasta los 24 de valoración, pero le costó mucho anotar y acabó enfadado con su actuación personal, y la del equipo, en un día tan importante.

Como es habitual al final de cada partido, una vez que los técnicos tuvieron su reunión particular, Chus Mateo tomó la palabra para charlar con sus jugadores. Fue sólo una primera toma de contacto antes de que mañana, ya más en frío, en el Martín Carpena, el equipo y los técnicos tengan que verse las caras para hacer balance de lo ocurrido en el Sant Jordi.

Ya en el vestuario, los rectores cajistas decidieron que lo mejor era volver a casa esa misma noche. Del Sant Jordi, la expedición verde –salvo Valters, liado con el control antidoping– se desplazó al Hotel Juan Carlos I para allí recoger las cosas de las habitaciones, cenar y esperar a que el chárter que la organización ponía al equipo cajista para regresar a Málaga estuviera preparado.

A la cena faltó Chus Mateo. El técnico madrileño quedó muy tocado por la derrota. Para él era su primera experiencia como técnico jefe, pero el traspié contra el Banca Cívica le quitó hasta el apetito y no pudo ni cenar con el resto de expedicionarios.