La televisión pública española acaba de comunicarle a la ACB que no hay dinero. Tampoco había que ser ningún lumbrera para entender los tiempos que corren y saber que andamos de duros ajustes. Y el baloncesto no escapa a este contexto de dificultades. Sólo queda esperar a que el Gobierno, una vez tengan los presupuestos definitivos en este mes, pueda rectificar este planteamiento que supondría el adiós de TVE al baloncesto.

Es el epílogo d

e un proceso paulatino hacia el olvido. Un producto brillante como el baloncesto casi nunca ha sido bien tratado por los diferentes medios con honrosas excepciones y momentos. Además, la presencia de nuestros jugadores en la NBA, destacando de una manera espectacular, todavía hace sonrojar aún más un tratamiento hacia nuestra competición que raya lo clandestino.

Que TVE desterrara al baloncesto hacia un canal temático como Teledeporte, no ha hecho más que apartarlo de una circulación que ha dificultado su seguimiento. Insisto, casi nunca ha sido bien tratado, pero tampoco los responsables de la llamada mejor competición del mundo tras la NBA, han estado demasiado acertados.

Atrás, muy atrás quedaron aquellos carruseles de radio que nos tenían enganchados durante dos horas sin descanso. Aquellos programas transmitían la pasión sin resquicios que emana un deporte como el baloncesto, y que tanto gusta y engancha. Había unificación de horarios, para mí el gran problema no resuelto de la competición en la actualidad. Se retransmitía un partido por televisión, supuestamente el de la jornada, y en definitiva, el seguimiento era total. Las competiciones europeas tenían su día, y no había tantos participantes españoles en Europa, que es otro boquete económico para los clubs.

Nos vinimos arriba, y salimos de TVE para abrazarnos a Canal +. Las presentaciones y realizaciones de esta cadena superaban con creces en calidad a las que desarrollaba TVE, pero no se daba en abierto con lo cual, se perdió audiencia popular. Mandaba por aquel entonces un mejor cuidado del producto, y el dinero, por supuesto. A esto se añadió que los horarios dejaron de ser uniformes, unos jugaban sábados por la tarde, otros lo mismo pero en domingo o por el mediodía. Cada club empezó a buscarse los dineros como podían.

Época de vacas gordas con las diferentes televisiones que fueron irrumpiendo en el mercado. Se empezó a pensar en el corto plazo, y se olvidó lo que podía venir después. Resultado, que los carruseles dejaron de emitirse, que no se sabía cuándo se jugaban los partidos, disparidad absoluta de horarios, más partidos europeos sin días fijos que complica más el calendario. Los aficionados con problemas para el seguimiento de sus propios equipos. La competición formada por un colectivo individualizado que mira su ombligo y no el global de la competición. Y si internamente no se respeta no se puede pretender que se respete desde fuera.

Y éste es el panorama actual. ¿De qué valen las televisiones si en un determinado momento te dejan a mitad de camino? Alguno pensará, ¡qué disparate está diciendo! Me explico, primero cuidemos nuestro producto sin pensar sólo en las televisiones. Unifiquen horarios nacionales y de competiciones europeas, faciliten su seguimiento. Esforzarse para que todos los medios informen diariamente de las competiciones y sus noticias más destacadas, y anuncien sus partidos. Trabajar para involucrarlos, y una vez conseguido aclarar y potenciar el producto, negocien con las televisiones, pero éstos que se adapten y no al revés. Si las televisiones marcan el ritmo el producto siempre será débil e inseguro.

Que La Sexta-Antena 3 sean los posibles concesionarios del baloncesto me parece bien, pero antes hay mucha tarea que hacer. El baloncesto bien lo merece.