Los foros, los tweets, las redes sociales en general echan humo estos días. El Unicaja es el blanco de todas las críticas. Se ataca al presidente, al director deportivo, al entrenador, al consejo de administración, a la plantilla... Nadie está a salvo de que aparezca la palabra «ridículo» junto a su nombre y apellido. Y yo me pregunto, ¿no es exagerado todo esto? ¿El Unicaja está haciendo el ridículo?... pues con los números en la mano, y mirando alrededor, decididamente NO.

Yo creo que NO es hacer el ridículo perder en la Copa con el Banca Cívica. Ridículo es lo del Gescrap Bilbao o lo del Valencia Básket, que ni siquiera fueron al Sant Jordi. Los primeros, con una plantilla de lujo en la que el base suplente –por poner un ejemplo– era titular en Utah Jazz hace cuatro días y que tienen a uno de los mejores aleros de la última década en el baloncesto español –Mumbrú– o a uno de los bases más espectaculares a este lado del Atlántico, Aaron Jackson. Pues con ese equipazo, no fueron a la Copa. Y eso sí que es ridículo.

También es ridículo lo del Valencia, con el quinto presupuesto de la Liga, que se empeñó en fichar a Thiago Splitter cuando todo el mundo sabía que el lock out de la NBA era cuestión de días. El brasileño se llevó una pasta y dejó al equipo herido de muerte con su marcha, incapaz de ganar partidos y quedando también fuera de la cita del Palau Sant Jordi. Ellos sí que hicieron también el ridículo.

Yo sí puedo admitir que fue ridículo el juego que hizo el equipo en la cita de Barcelona, pero nunca el hecho en sí de perder en cuartos de final ante un rival como el sevillano. Ridículo en la Copa lo hizo el Unicaja de Aíto las dos últimas temporadas. Ése, sí. Pero en este caso, el equipo estuvo donde tenía que estar y además como cabeza de serie, que no se le olvide a nadie. Jugó mal –muy mal– y perdió. Punto.

Los críticos se ceban también con el 0-6 que han firmado los chicos de Chus Mateo en el Top 16 continental. ¿Ridículo? Hombre, a mí me parece más ridículo lo del Caja Laboral, incapaz de meterse en la segunda fase en un grupo con el Fenerbahce, el Bennet Cantu o el Nancy. Si les llegan a tocar el CSKA y el Panathinaikos –como le ocurrió al Unicaja– ni se estrenan. Creo que ser el decimosexto mejor equipo de Europa, por delante del Caja Laboral, el Partizán o el Olimpia Liubliana, tampoco es para desesperarse. La rachita de seis derrotas en los seis últimos «europartidos» es desastrosa, es verdad, pero lo del equipo en Europa, jugando el Top 16, no puede considerarse nunca un ridículo.

Y vayamos a la Liga. Porque aquí, con los números en la mano, sí que no hay discusión posible ni debate abierto. En una Liga en la que el Barcelona y el Real Madrid están a otro nivel, el Unicaja está cuarto. O sea, que es el segundo de «la otra Liga», la de los mortales. Y eso, tras 21 jornadas. Así las cosas, estamos hablando del mejor Unicaja de los últimos años. Acostumbrados a estar entre el octavo y el décimo puesto a estas alturas e la temporada, lo de ahora es un privilegio.

Así que, ¿ridículo?, pues según se mire. Admito que la racha de resultados actual sí es ridícula, pero de ahí no paso. Y lo escribo hoy, antes del CAI-Unicaja, por si al equipo le da esta noche por ganar en Zaragoza por 10 ó 12 y alguien me acusa de resultadista.