No hay manera. Jugando tres cuartos del partido de manera aceptable, sacando lo mejor de la cantera, mandando durante todo el primer tiempo, anotando más de 80 puntos... pues tampoco. El Unicaja sumó ayer una derrota más. Y van 13 en los últimos 14 partidos (contando Liga Endesa, Euroliga y Copa del Rey). Una cifra inasumible, inaguantable e insufrible, que aparta al equipo de la cuarta plaza de la Liga y que deja temblando el proyecto y esa idea del club del «sigan, sigan», que esto es lo que hay y aquí no pasa nada.

No hay explicación posible para contar lo que está ocurriendo. Si les digo que el equipo estuvo ayer mejor que en partidos precedentes, no les miento. Si les digo que el equipo lo dio todo en la pista, tampoco falto a la verdad. Si les digo que ayer hubo hasta un poco de mala suerte, con tiros del rival sobre la bocina a la «remanguillé» que entraron cuando más apretaban los de Mateo en su intento de remontar... también es cierto. Pero es que con eso no bastó. Sobre todo porque el equipo volvió a regalar 10 minutos de partido y eso le mató.

Esta vez la caraja fue en el tercer cuarto. Igual que el día del CAI. Panko y Baron, dos muñecas privilegiadas para esto del baloncesto, se ensañaron con el aro cajista tras el intermedio. Empezaron a meter y a meter y a meter... y se acabó. El parcial de 13-28 fue demasiado castigo para la maltrecha moral de los chicos de Mateo que después nadaron y nadaron, pero sin llegar nunca a la orilla.

Y eso que en el último cuarto apareció Álex –ayer D. Alejandro– Abrines para levantar al equipo, para enfervorizar a la grada y para meterle el miedo en el cuerpo a un Lagun Aro que se vio ganador con el 48-62 del esprint final del tercer cuarto, pero que sufrió ante el ardor guerrero del alero canterano, capaz con 9 puntos seguidos de poner al Unicaja 67-70 con cuatro minutos y medio por delante.

Él, un chaval con edad de ir al instituto y preparar la selectividad, mostró el camino al resto, curtidos en mil batallas e internacionales por sus respectivas selecciones. Abrines, a sus 18 primaveras, se echó el equipo a la espalda con 12 abajo en el último cuarto. Ejerció de veterano y sacó al equipo del fango. Pero fue demasiado tarde. Una pena. Con él y con Lima, la otra perla de la cantera, al menos parece que el futuro está garantizado. El problema es este presente cada vez más tétrico que el Unicaja proyecta desde que comenzó el año 2012 y que no tiene fin por más partidos que pasen.

Chus Mateo lo intentó casi todo. Jugó con tres pequeños, utilizó a Peric de «4» para intentar frenar a Panko, dio más minutos de lo habitual a Berni –la sombra ayer de Vidal–... pero nada. En su rotación también envió un mensaje claro: Fitch ya no cuenta para él. Lo castigó con un banquillazo de 40 minutos buscando una supuesta reacción que a mí me huele más a salida del equipo que a cualquier otra cosa. El técnico ha perdido la confianza en él y la explosión de Abrines le coloca todavía más el cartel de «prescindible». Veremos en las próximas horas.

La grada, desde luego, está cansada. Anoche despidió a los suyos con pitos y hasta pañuelos. No fueron mayoritarios, pero se dejaron ver en la tribuna del Carpena. La «marea verde» ayer tiró lo que pudo de los suyos, apoyó mientras el balón estuvo en juego, vibró con Abrines y Lima en el último cuarto, pero tras el bocinazo final estalló. Nada que objetar.

El caso es que había cierto temor a que el partido empezara mal y el equipo y la grada se vinieran abajo. Pero para nada. El Unicaja jugó dos primeros cuartos de lo más «aseado» de los últimos tiempos. Bien atrás y con acierto en campo ajeno. 19 puntos en el primer cuarto y otros tantos en el segundo para un marcador en el intermedio de 38-34 que ponía a los verdes por delante y que proyectaba más ilusión que dudas de cara a la segunda parte.

Pero todo cambió tras el paso por el vestuario. Fue como pasar del día a la noche. Panko, muy perdido hasta entonces, hizo 9 puntos seguidos en la vuelta al juego que cambiaron el rumbo del partido, 40-43. A su festival anotador se unió Baron y el 48-62 del minuto 30 fue la crónica de una muerte anunciada.

Después llegó el ramalazo de Álex y la ayuda de Lima, que aprovechó la mala «pata» de Freeland (otra vez sufrió un esguince) para jugar minutos de calidad. Pero no hubo final feliz. El Lagun Aro es ahora cuarto. El Unicaja, de momento, quinto.