Hay muchos responsables y muchos culpables en la situación actual que vive el Unicaja, pero por el momento hay un solo damnificado: Chus Mateo. El entrenador madrileño vivió ayer uno de los días más tristes de su carrera profesional. Sentía que acababa de escapársele la oportunidad más linda de su carrera profesional. La posibilidad de llevar el timón de un club grande, con aspiraciones, con una afición detrás, con todo a su favor para haber triunfado muchos años en Málaga. Pero las cosas se torcieron y finalmente se consumó su despido.

Muy fastidiado, pero también aliviado tras un par de semanas en las que se sabía cuestionado, Mateo acudió al Martín Carpena, como cada mañana. Pero esta vez no lo hizo para trabajar. Ni para ver vídeos. Ni para diseñar el partido del sábado ante el Lucentum Alicante. Lo hizo para hacer el petate y recoger todas sus pertenencias de su despacho del Palacio de los Deportes. Momentos muy duros, muy complicados. Mateo también se despidió la plantilla. Lo hizo casi al mismo tiempo en el que el director deportivo, Manolo Rubia, le comunicaba a la plantilla que Mateo no iba a seguir dirigiendo al equipo, que se buscaba recambio y que mientras tanto, Paco Aurioles iba a dirigir la doble sesión de trabajo. Otro trago amargo más. Están siendo días duros. Muy complejos. Caras largas, otra vez tristeza y a seguir trabajando.

Entre la plantilla, gente muy preocupada. Y también alguno que oyó la noticia y siguió a lo suyo. Mateo terminó de recoger y tras el entrenamiento de la mañana invitó a sus colaboradores más cercanos a compartir su último almuerzo juntos. Se marcharon a un chiringuito cercano y allí almorzaron todos. Chus incluso sacó fuerzas de flaqueza para bromear con ellos.

Su futuro está ahora en el aire. Esta misma mañana regresará a casa, a Madrid, donde reside su familia. Tanto su mujer como sus dos hijos se quedaron en Madrid cuando hace ahora 14 meses se hizo cargo del proyecto malagueño. Chus sabía bien cómo funciona este negocio. Y no quería sacar a sus hijos del colegio. El contrato que firmó en su día el técnico es válido también para la próxima campaña, para formar parte del cuerpo técnico. A Mateo ahora el cuerpo le ha hecho decir a sus amigos y gente de confianza que no volverá a Málaga. Que tras perder la confianza del club no regresará al Unicaja. Ni como integrante del equipo de entrenadores ni en otro cargo dentro de la entidad de Los Guindos.

Pero ahora está caliente, demasiado. Para la próxima semana, el director deportivo, Manolo Rubia, y él han quedado emplazados a mantener una conversación telefónica para decidir el futuro de Mateo. Esta campaña es seguro que no regrese a Málaga. Pero en Los Guindos se le valora muchísimo, se confía en él y la idea es que siga en ésta, que es su casa. Así que la entidad e Higinio Alonso, el representante del madrileño, tienen aún mucha tela que cortar.

Carta en su despedida. Tuvo tiempo ayer para escribir, de su puño y letra, una emotiva carta de despedida. Para el club y sus dirigentes, sus colaboradores directos, la afición y también la prensa. Ni una palabra sobre su plantilla. El exentrenador se despidió como un señor. Repartió agradecimientos y parabienes a todos. Y pidió el máximo apoyo para el equipo en estos momentos tan complejos, en el que el Unicaja ha salido incluso de puestos de play off. La carta -pueden leerla a la izquierda- está escrita con el corazón.

«Juntos sois muy grandes. Siendo constructivos, Unicaja llegará más lejos. Estoy seguro de que este cambio de rumbo ayudará a salir del bache», explicó en su misiva, que envió el club en la tarde de ayer a todos los medios, además de colgarla en la página web de la entidad. Chus ha humanizado el puesto de entrenador en el Unicaja, un cargo que parecía hasta ahora sólo para seres «especiales».