El pasado sábado vivimos el primer partido de la era de Luis Casimiro Palomo Cárdenas al frente del Unicaja. Sobre el nuevo entrenador del equipo de la Avenida Gregorio Diego se pueden decir cosas, pero desde luego esta situación no tiene que asustarle, después de diez equipos en la ACB (dos de ellos como ayudante) y haber vivido alguna que otra destitución, situaciones de descenso, entrenar en LEB, ascensos y alguna que otra penuria, todo ello sin olvidar el inolvidable campeonato con el TDK Manresa. No voy a cometer la insensatez de juzgar al equipo buscando la influencia del nuevo entrenador en el partido del Lucentum Alicante. Lo único cierto que me quedó fue que la actitud diferente era cuestión de turno. El consejo de administración había movido ficha con el fichaje de Troy DeVries, se había cambiado de entrenador… era cuestión de que los jugadores hicieran su trabajo, y el partido se sacó adelante.

Sin meterme a calificar el acierto o no en el fichaje del ex jugador del Melilla Baloncesto o la conveniencia en el relevo de Chus Mateo, al ser situaciones ya resueltas y comentadas, lo que toca es repasar el juego del equipo.

¿Novedades? Aparte de la opción conservadora (más que lógica en las circunstancias de necesidad de rendimiento inmediato) de no contar con Sinanovic, no hay nada nuevo bajo el sol. Tan sólo la variación de actitud por parte del grupo modificó el resultado del partido. El acierto en el tiro fue superior, pero el arranque del encuentro, con mayor nivel defensivo, trajo un juego más dinámico, con más rapidez en las transiciones defensa-ataque y menor dosis de tortura cinco contra cinco para los bases del equipo de Málaga.

El acierto del tiro exterior hizo que Kristaps Valters nos pareciera un base aprovechable, momentos de dirección por parte del capitán Bernardo Rodríguez (aparte del acierto en el tiro exterior) hicieron que EJ Rowland no chirriara cuando estuvo en pista (pese a su valoración negativa). Si se le suma la superioridad del juego interior frente a los de Vidorreta, el partido se decantó, si no de manera clara, al menos de forma más tranquila de lo que podía presuponerse.

¿Y ahora qué? ¿empezamos a preguntarnos cómo es posible el cambio? Habida cuenta de que al nuevo entrenador no se le conocen propiedades mágicas y el nuevo integrante de la plantilla no ha tenido el mínimo impacto (al menos todavía), todas las miradas van hacia los jugadores. Viajando en el tiempo al año pasado, estaba cantado que en cuanto saliera Aíto García Reneses del equipo, los jugadores irían hacia arriba. Ahora la duda se cierne sobre los motivos del divorcio entre jugadores y Chus Mateo. Nombro el concepto divorcio porque no me explico de otra forma que sólo con un cambio de actitud el equipo se vaya hacia arriba, siendo los mismos que unos días antes eran incapaces de pelear frente a equipos que no eran ni mucho menos superiores al rival del pasado sábado.

De los pocos mensajes que ha dado el nuevo entrenador está eso de «quedarse con lo positivo». Más nos vale, porque si le damos vueltas a lo que ha ocurrido en los últimos tres meses dan ganas de ser menos constructivo, pero siendo pragmáticos, nuestra salud mental agradecerá más querer encarar con buenos resultados los ocho partidos que quedan, porque será lo mejor para todos. Tiempo tendremos más adelante para poder enjuiciar la labor de cada uno de los cuatro elementos del núcleo del club: consejo de administración, dirección deportiva, cuerpo técnico y plantilla. Entonces, es cuando será imprescindible que aparezca la necesaria madurez del entorno –afición y prensa– para calificar a cada uno y colocarlos en su justo sitio.