El consejo de administración del Unicaja decidió hace dos semanas, tras la enésima decepción del equipo, multar a toda la plantilla sin excepción por «bajo rendimiento». La gota que colmó el vaso de la paciencia de los dirigentes fue la derrota del plantel malagueño contra el Asefa Estudiantes en el Martín Carpena (67-74). Aquel mediodía del 11 de marzo, el club decidió adoptar decisiones. Y una de ellas fue reprender a toda la plantilla por «bajo rendimiento», ya que el consejo entendía que existía una evidente falta de actitud en el parqué.

Como en el código interno de la entidad no existe esta figura, la decisión que se tomó fue descontar de esta nómina del mes de marzo el 10 por ciento de la cantidad que cada jugador tiene firmada por contrato. En escasos días, cuando los jugadores reciban el ingreso de su sueldo en sus cuentas corrientes verán cómo se les deja de abonar ese 10 por ciento por el ya mencionado «bajo rendimiento».

El motivo por el que se sanciona a los jugadores es completamente subjetivo. Está tipificado en el código de conducta del equipo multas por llegar tarde a los entrenamientos, por no llevar ropa adecuada o por no estar en casa a determinadas horas de la noche. Todos hechos constatables. Pero el «bajo rendimiento» no se puede ni medir ni precisar, por lo que la decisión del consejo causó revuelo entre muchos de los integrantes del plantel.

Durante toda esa semana se enrareció aún más el ambiente y el equipo dio una lamentable imagen en Vitoria (90-68) en el siguiente encuentro liguero, el 18 de marzo. Y ése fue el desencadenante de la destitución de Chus Mateo, hace hoy justo ocho días. Los ánimos estaban ya calentitos y algunos jugadores, por los que el exentrenador madrileño había apostado personalmente, se desentendieron de la situación. Le dieron la espalda. La llegada de Luis Casimiro ha servido para que «entrara aires fresco», como dijo hace unos días Joel Freeland.

Fue más que evidente el tremendo cambio de actitud que dio el equipo el sábado ante el Lucentum Alicante. Porque las canastas pueden entrar o no. Los tiros pueden ser más o menos certeros. Pero lo que quedó fuera de toda duda en el choque ante los levantinos fue el tremendo nivel defensivo exhibido por el Unicaja. Esas ganas, ese ímpetu y ese esfuerzo permitieron al equipo sacar adelante el encuentro con enorme superioridad (72-60). Y se puso así fin a una racha inaguantable de 15 derrotas en los últimos 16 encuentros disputados.

Ahora ha regresado la más absoluta normalidad. Luis Casimiro es un técnico con una tremenda experiencia que ya ha vivido situaciones muy similares a ésta. Su baloncesto es diferente al de Mateo, pero su cercanía y amabilidad son idénticas. Conoce la competición, a todas las plantillas ACB y no ha necesitado ni un solo día para adaptarse a su nuevo equipo. El manchego dirigió ayer una doble sesión de trabajo, al igual que hará hoy, y para mañana ha concedido día de descanso. El domingo toca partido grande en la pista del Madrid (17.00 horas/Teledeporte).