30 días y siete partidos por delante. Toda una temporada en juego. Menos de un mes para que los últimos objetivos del curso se cumplan. Alcanzar el play off es la meta. De lo contrario habría que ser, al menos, noveno. Para renovar así la Licencia A de la Euroliga. Todo esto es lo que, nada más y nada menos, se juega el Unicaja en los 30 próximos días. Desde hoy, cuando se mida a partir del mediodía al Assiginia Manresa, hasta el próximo 6 de mayo, cuando echará el cierre la Fase Regular de la ACB y se repartan definitivamente las plazas de los ocho mejores que optarán por el título y de los dos peores que darán con sus huesos en la LEB Oro. La preocupación de toda la familia verde es máxima. Porque el equipo inicia este esprint final competitivo en el peor puesto que ha ocupado en toda la Liga. Comienza el reto en la décima plaza. Fuera de los dos objetivos máximos. Un drama. O todo un reto, como se quiera ver.

Así es, como una magnífica ocasión para reivindicarse, como se lo ha tomado el nuevo entrenador del Unicaja, Luis Casimiro. El manchego quiere ganarse en la pista la fama y el crédito que le preceden. Y que comenzó a labrarse, hace ya muchísimos años –temporada 1997/98–, precisamente en Manresa, el rival de esta matinal dominical de este Domingo de Resurrección. En la vecina localidad a Barcelona, Casimiro y su entonces TDK lograron lo imposible: alcanzar el título de la ACB. Ahora tiene otro reto entre manos. Resituar a un coloso como el Unicaja en el lugar que le corresponde. Posee todos los medios técnicos y humanos posibles. Entre ellos, una plantilla que desde la pretemporada en septiembre a principios de enero pareció los Miami Heat y que de mediados de enero hasta ahora un desastre incontrolable.

Siete finales quedan por delante. Y la primera de ellas mide al Unicaja ante un rival que hace un baloncesto muy práctico y bonito, con dos pívots atípicos y abiertos –Doellman y Asselin– y que tiene la salvación ya garantizada a poco que logre uno o dos triunfos más. De hecho, está más cerca de los play off que de la LEB Oro.

Ciertamente, el Unicaja debe preocuparse más de sí mismo que de su rival –sin menospreciar a nadie, por supuesto–. Casimiro sigue sin tener a Álex Abrines, que sigue lesionado. Y mantiene a DeVries y Darden como sus dos americanos. La dirección del juego volverá a ser, como siempre, un problema. La recuperación de Garbajosa es una gran noticia: le da poso al equipo. Él y Lima se amoldan mejor a los pívots rivales que Zoric y Freeland. Maximizar las virtudes del croata y el inglés puede llevar a ganar hoy un choque en el que el Unicaja se juega mucho y su afición debe apoyar al máximo.