La temporada va llegando a su fin, al menos lo que respecta a la Fase Regular. Unos pocos partidos para finalizar una temporada más de desencanto. Para aquellos que viven de lo inmediato, de la memoria corta, del siguiente o último resultado, hay que recordarles que los balances deben hacerse al final de las competiciones.

La temporada de Unicaja es un claro ejemplo de lo que me refiero. Una primera vuelta primorosa en cuanto a juego y resultados, que sirvió para que las euforias de algunos se desataran, y que desembocó en una segunda vuelta hasta el momento, para olvidar, pero también para analizar. Y es el resultado final, y no el parcial el que cuenta.

Lo he comentado desde estas líneas en más de una ocasión, se preguntaron tantas veces, «qué nos pasa», que el tiempo se les echó encima y no pudieron o supieron cambiar una dinámica negativa que terminó por superarlos. Al primer indicio de malos resultados, algo que le puede ocurrir a cualquiera en esta competición tan dura y exigente, el equipo mental y anímicamente se vino abajo.

Ahora restan cinco partidos, Unicaja, por medios y tradición, debe ser aspirante a estar entre los cuatro primeros en la ACB. Una ACB cada vez más en apuros económicos como casi todo en estos tiempos que corren y que necesita urgentemente un reajuste en sus planteamientos de viabilidad deportiva y financiera. No puede ni debe continuar desangrándose, dejando en evidencia unos cimientos frágiles y donde la responsabilidad anda repartida entre todos los actores principales de esta competición. Pero esa es otra historia.

Pues bien, Unicaja que debe tener esas legítimas aspiraciones deportivas, se juega actualmente entrar en el play off, y sobre todo, conservar esa licencia que representa participar entre los mejores del continente. ¿Y qué hacer?

Lo inmediato, intentar salvar los muebles, nada fácil dada la marcha del equipo, y que no sería poco. En el medio plazo plantearse qué modelo de club y de equipo se pretende tener por encima de vaivenes provenientes de los resultados del primer equipo. El club se encuentra en una encrucijada. Nadie en su sano juicio cuestiona la suerte y el privilegio que supone contar con un patrocinador como Unicaja, santo y seña de un esfuerzo supremo de la entidad financiera que ha recibido también el crédito como marca empresarial de tantos lugares y aficionados. Ayer en este periódico, Emilio Fernández (uno de mis jefes), hacía énfasis en este hecho y no le faltaba razón en sus palabras.

Gracias a Unicaja disfrutamos de un equipo en la competición más importante del mundo tras la NBA. Eso sí, otras cuestiones que se pueden debatir desde la serenidad, sería la gestión del club, las decisiones de la dirección deportiva, el liderazgo del equipo por parte del entrenador o el rendimiento de los jugadores. No es justo vincular esa gestión con el patrocinador.

Ahora toca, por un lado resolver lo urgente, por otro desdramatizar la situación y finalmente que haya un momento de reflexión y análisis sobre lo que viene. Unicaja, a pesar de resultados adversos, es uno de los grandes de verdad del baloncesto nacional e internacional. Pensemos qué hacer desde el orgullo de lo nuestro. A veces un resultado aplaza un problema no resuelto.

Unicaja es un proyecto por el que merece la pena luchar.

Pinceladas

Deporte femenino | Chicas

El deporte femenino es en muchas ocasiones el gran olvidado. Sólo nos acordamos de él (y me incluyo), cuando obtienen algún éxito sonado. El penúltimo, la clasificación para los Juegos Olímpicos de Londres del waterpolo femenino, que por primera vez se asoma a esta competición universal. Antes de este éxito, individual y colectivamente, nuestras deportistas ya han demostrado de su competitividad, de sus buenos resultados y del respeto que han ido generando en los diferentes campeonatos. Aquí en Málaga el Atlético Malagueño de fútbol sobrevive a través del esfuerzo permanente de sus escasos recursos con un gran mérito digno del reconocimiento de todos. O el balonmano, que lleva años cimentando su buen hacer entre las muchas necesidades que tienen. Son dos ejemplos de tantos otros deportes donde las chicas piden a gritos su espacio, que lo tienen, y lo merecen. Mis respetos y admiración por ellas.

Crisis económica | Patrocinio

En esta responsabilidad en la que me encuentro en estos momentos, la de dirigir el deporte desde el Ayuntamiento de nuestra ciudad, me han visitado multitud de clubs, asociaciones, deportistas de todas las disciplinas habidas y por haber, algunas incluso desconociendo que en Málaga estuvieran representadas, y no sé cuántos colectivos más. Todos, absolutamente todos, pidiendo colaboración en forma de ayuda económica. En estos tiempos de escasez a uno le ha tocado tener que transmitir que las administraciones públicas, en este caso, nuestro Ayuntamiento, anda de recursos económicos como todos se pueden imaginar. Sin embargo, siempre me ha llamado la atención, que deportistas de deportes minoritarios que en su tiempo activo se quejaban de la falta de patrocinio, ahora una vez retirados y muchos/as de ellos/as, ocupando puestos altos de responsabilidad en diferentes empresas, no colaboren ayudando a sus deportes que ahora contemplan desde la grada. ¿Ya no creen en su deporte cuando pueden ayudarlo económicamente?

Lesiones y viajes | Especialistas médicos

Otra cuestión que siempre me ha llamado la atención ha sido la de veces que deportistas, en especial futbolistas, cuando tienen una lesión, llamémosla grave, emigran a otros países a que los operen y los traten. Me lo ha recordado el jugador Rossi del Villareal, operado en USA por uno de esos afamados médicos que conocemos a través de los medios de comunicación. O el caso más cercano de Baptista. Qué quieren que les diga. En España, y lo sé por experiencia propia, hay especialistas médicos de primerísimo nivel. No tenemos precisamente ningún tipo de complejo al respecto, sino todo lo contrario. Al igual que el nivel deportivo español está entre los mejores del mundo, la medicina no se ha quedado atrás. Resulta curioso que mientras estos futbolistas quieren que los traten fuera, algo muy legítimo por otro lado, Rudy Fernández, jugador NBA quiera que lo trate su médico de Badalona. Lo dicho, en España, tenemos grandes especialistas médicos. Por ejemplo, el Dr. Nogales, uno de los nuestros.