Soy un entrenador de baloncesto. Mis inquietudes fuera del deporte me han hecho prepararme en otros ámbitos de la vida. Pero esas inquietudes no podrán nunca apartarme de lo que ha sido mi eje principal de vida, el baloncesto. Volveré a entrenar o no, dependerá de las condiciones que puedan presentarse. Es evidente que los tiempos que corren, añaden mayores dificultades a la hora de que uno se anime a emprender una nueva aventura como tantas veces he emprendido.

No es una cuestión que me quite el sueño. Es algo que está latente, solo eso. Desde La Opinión de Málaga me suelo manifestar sobre todos los asuntos deportivos que pueden estar de actualidad, y que me llevan a reflexionar sobre ellos. Unicaja no puede ser menos. Es nuestro club referente de la ciudad, y uno de los más importantes a nivel europeo. Nada regalado. Es la consecuencia del esfuerzo de muchas personas que a lo largo de su historia han aportado lo mejor de sí mismo, unas veces acertadamente y otras no, como puede ocurrir en cualquier organización. Y por supuesto, la presencia vital del patrocinador más importante, diría, que existe en el mundo del deporte, Unicaja entidad financiera.

No puedo evitar sentirme bajo sospecha cuando opino libremente del club. Me explico. Desde mi nueva responsabilidad dentro del Área de Deporte del Ayuntamiento de Málaga debo estar presente en diferentes eventos deportivos de la ciudad, entre ellos ver partidos de Unicaja. No solo los veo por mi cargo de responsabilidad, sino porque amo este deporte. Cuando he acudido a algún partido que suelo ver desde el palco, aunque ése no sea mi hábitat natural, he tenido que escuchar posteriormente alguna lindeza del tipo, «míralo, ahí está Imbroda postulándose». Como comprenderán, no es muy agradable sentirse en esos foros observado y señalado por parte de algunos desde la maldad.

Cuando escribo desde este medio sobre el club siempre aparecen ciertos expertos en medrar, para hacer la llamada pertinente y decir sutilmente, «claro, esto lo dice porque si fuera él el entrenador, se haría de otra manera». De nuevo el recurso fácil y malicioso del postularse. Insisto, no puedo evitar vivir bajo sospecha. La mediocridad no tiene límites, y siempre te encontrarás tipos dispuestos a socavar cualquier intento desde la libertad de opinión que desacredite tus conclusiones.

Hoy lo voy a hacer de nuevo, nada me ata. Tuve oportunidad el otro día de conversar con el presidente del club, Eduardo García, persona que conozco de tiempo inmemorial. No en vano, vivimos el baloncesto desde nuestros orígenes comunes, y que compartimos con pasión. Podrás estar de acuerdo o no con él, pero sí es cierto que tiene sus ideas muy claras. Sé que me escucha, y le comentaba mis impresiones sobre lo que escribí en este medio sobre la balcanización del club. Desde el respeto a las decisiones que cada uno pueda tener, le decía el riesgo que suponía contratar a Jasmin Repesa (aquí nuevamente, volveré a estar bajo sospecha). Y no se lo decía por las capacidades del entrenador, que están fuera de duda, sino porque al ser seleccionador de Croacia y participar en los Juegos Olímpicos de Londres, su incorporación al equipo será tardía, se perderá parte de la pretemporada, momento crucial para cualquier equipo, y además por el desconocimiento de la competición por mucho que sepa de nuestra Liga.

Para ilustrar este comentario, le expresaba que mis dos peores temporadas en la ACB coincidieron con llegar tarde a la pretemporada por mis compromisos con la selección española. La primera fue mi tercera temporada en el Caja San Fernando, cuando participé con la selección en los Juegos Olímpicos de Sidney; y la otra fue con el Madrid al llegar del Campeonato del Mundo de Indianápolis. Llegué tarde, cansado y sin poder dirigir a mi equipo desde los comienzos, y yo conocía la competición. No es entrar en comparaciones, y que ojalá Repesa sepa gestionar la situación, pero sin duda es un factor de riesgo.

Solo deseo que a pesar de que no pueda evitar esa sospecha por parte de aquellos que viven del resentimiento, Unicaja acierte. La ciudad de Málaga necesita de su club que ha enamorado en muchas ocasiones a sus aficionados, incluso hasta que pueda dejar de demostrar mi inocencia.