Llevamos mucho tiempo sin baloncesto, demasiado sin llevarnos a la boca una noticia agradable desde que acabó la peor temporada en la época moderna del baloncesto de Málaga –siendo extremadamente optimistas–. Y si al menos no son noticias agradables, esperábamos que fueran dignas de ilusionar al personal, pero de momento: nada.

La llegada de Jasmin Repesa tendría que suponer algo, pero de momento la situación está encajonada en la negativa: no hay fichaje del entrenador (no se puede, tiene contrato la selección nacional de Croacia y habrá que esperar a septiembre, aunque ya haya estado en Los Guindos y dirija desde la distancia), no hay ayudante (Curro Segura también ha estado, pero es lógico: si no hay jefe, no debe haber asistentes) y, aunque la plantilla del año pasado quedó a años luz de lo que se quería de ellos, no hay fichajes, sólo salidas, además cada una con unos condicionantes particulares.

Del tema jugadores saco en claro una cosa: el equipo ya hace mucho tiempo que no compite por primeros espadas, por más que se nos hable de posibles fichajes como Sergio Rodríguez, Fran Vázquez o Milan Macvan, no me cuadra nada de eso cuando de los dos únicos productos «potables» del plantel, uno de ellos ya ha salido por tema económico y desconfianza competitiva en el proyecto (el mejor joven de Europa en su edad: Álex Abrines) y el otro se quedará hasta que alguien pague y se lo lleve (Joel Freeland). ¿Competir por jugadores de primer nivel?, no veo que se juegue en esa división.

Precisamente en este apartado hay que incluir el despido vía indemnización del capitán Bernardo Rodríguez. Aunque mucha gente ya escribe del tema, me permito el lujo de hacerlo, desconociendo las cifras, sin saber los detalles de la estancia profesional del hombre que más veces ha vestido de verde, recuerdo lo escrito por Paco Rengel en www.ymalaga.com, reclamando la grandeza de las empresas y las organizaciones en las despedidas, no en los recibimientos.

La llegada y la estancia de Berna (lo de Berni es publicitario y para aquellos que lo conocen sólo profesionalmente) es sabida por todos al igual que su carrera, la situación actual del club –Ésa que intuimos, no porque se sepa–, reclama que su continuidad no sea a cualquier precio, ni la situación actual, ni los últimos años de su brillante trayectoria invita a muchas alegrías. Se habla y se comentan los contratos disfrutados en los «buenos tiempos», aquéllos que tanto él como muchos que hicieron más y menos méritos también tuvieron, contratos que como todos, se firmaron de acuerdo entre dos partes. No creo que ningún representante (ni siquiera los «malvados» Igor Crespo o Gorka Arrinda) llegara a un despacho de la Avenida Gregorio Diego en plan Yasser Arafat en la ONU en 1974 con el fusil en una mano y la rama de olivo en la otra, y que seguro que ambas partes han aprovechado siempre que han podido.

De hecho, la rescisión actual y las cifras tanto de la indemnización realizada, como de los salarios pendientes, son argumentos usados por el club para rentabilizar la no continuidad del capitán. Espero que la retirada de la camiseta verde del número 5 sea un acontecimiento memorable y pase a la historia del club y ésta deje de estar maltratada. Pero llegar a esta situación, tal vez tendría que haberse explicado mucho mejor, haberse escenificado de otra forma, con algo más que una escueta nota en la web del club de 141 palabras.

Ahora que se avecina la campaña de abonos del equipo, la misma va a tener que ser tremendamente novedosa ante la tempestad de cambios, la orfandad de caras conocidas para el público –digo yo que se tendrá que intentar paliar–, la desnudez del alma del equipo debe ser una tarea a resolver a la voz de ya. Pero desconozco de qué forma.

Mientras, me resultará muy raro ver a Bernardo con otra camiseta. Resultará un choque tremendo pensar que será presentado en primer lugar en el Palacio de los Deportes con el equipo visitante, y pensaré que, aunque estemos hablando de profesionalismo, en ese mundo hay muchas formas de hacer las cosas. Y precisamente la que usa el personaje de George Clooney en «Up in the air» (ese que «libera contratos» en lugar de despedir a gente) es la menos adecuada. El problema es que lo hace siempre sin la petición del «liberado». Independientemente del fondo, aquí sobre todo importan las formas, y de éstas hay muchas.

PD: Tras más de dos años escribiendo semanalmente, me voy a tomar la libertad de aceptar un breve descanso. Volveré, siempre y cuando en esta santa casa siga queriendo mi colaboración y ustedes me recompensen con el ánimo que supone su lectura. Hasta los Juegos Olímpicos.